miércoles, 22 de agosto de 2007

Los pasos del artista


Reconozco que Steven Soderbergh no es uno de mis directores preferidos (aunque me divertí mucho con Ocean's eleven y su faceta como productor me atrae más que la de realizador), pero no suelo tener la oportunidad de hacer fotos a estrellas del cine (como Dios manda, no estoy hablando de Santiagos Seguras) y me ha hecho algo de ilusión verle en faena hoy por las calles de Madrid. Inocente que es uno, ya ves. Eso sí, me ha echado tres miradas en plan killer que no me han gustado nada...

miércoles, 1 de agosto de 2007

Musarañas

Me he sentido tentado de poner un ovni en la esquina superior derecha de la imagen, pero creo que la actitud del dúo (Gallardón y Palacio -Itziar de-) habla por sí sola. En fin, es verano, no seamos malos.

jueves, 19 de julio de 2007

Dos que se van


Anoche, motivado por una conversación anterior, decidí escuchar con tranquilidad un disco que hacía tiempo que no le prestaba atención. Hacía meses que no visitaba el universo de King Crimson, quizás porque no necesitaba ya su densidad musical, quizás porque estaba un poco saturado de su críptico sentido artístico.

Comencé por el primero, el majetusoso -nunca mejor dicho- In the court of the crimson king (1969), con su aplastante solemnidad, sólo rota por 21st century schizoid man, para luego seguir con el desconcertante Islands (1971), en el que, ya para siempre, King Crimson se convirtió en Robert Fripp y viceversa (aunque luego se añadiría a esta equivalencia Adrian Belew, pero ésa es otra historia). La verdad es que son dos discos totalmente diferentes. Mientras el primero inauguró por sí solo el rock progresivo, el segundo era el reflejo exacto de lo que había supuesto el cambio de formación: las fronteras estilísticas se hacían laxas por momentos, mezclando todo en uno jazz, música sinfónica, rock progresivo, ruidismo... Es, sin duda, la etapa menos conocida del grupo y, con toda seguridad, la más infravalorada. Robert Fripp, Boz Burrell, Peter Sinfield, Ian Wallace y Mel Collins sólo grabaron juntos este disco en estudio, pero su actividad en directo fue portentosa, con directos demoledores basados en unas improvisaciones que emparentaban al grupo con una suerte de jazz excéntrico y pasado de revoluciones.

Mientras escuchaba Islands, la canción, comencé a bucear en Internet en busca de más información acerca de los componentes. Y, justo cuando el tema llegaba al clímax, encontré, para mi sorpresa, que Burrell -bajista y cantante, fundador de Bad Company- y Wallace -batería, que llegaría a grabar varios discos con Bob Dylan- habían muerto en 2006 y 2007, respectivamente (Burrell en su casa de Marbella, para más señas). Justo el tiempo que hacía que yo no escuchaba al grupo. Supongo que es una tontería, pero lo cierto es que enterarme de ello me dio bastante bajón, aunque sólo fuera por pensar en todos los buenos momentos que me ha dado el escuchar su obra.

Creo que no hay mejor homenaje para ambos (a pesar de la tardanza) que poner aquí dos canciones interpretadas por ellos mismos. Sobre todo la primera, Islands, me parece de lo más adecuado. La otra es su interpretación en directo del 21st century schizoid man, el clásico por antonomasia de la banda.



jueves, 17 de mayo de 2007

Sobre el postcine


Ahora resulta que soy un visionario. Como quizás recordéis, hace ya unos cuantos posts os prometí que hablaría de 300 y de su pertenencia a algo que para mí debería ser denominado como postcine. Pues bien, leo ahora que ha salido a la calle una edición en español de Cahiers du cinema, el tochazo intelectualoide por excelencia sobre cine, en el que sus sesudos colaboradores tratan el tema de la llegada del -¿lo adivináis?- postcine. Es más o menos la misma sensación que experimenté cuando escribí un relato del que estaba muy orgulloso y, meses después, supe que era muy semejante a Las ruinas circulares de Borges, que, por supuesto, no había leído en el momento de la escritura. Borges y Cahiers, os tengo en el punto de mira, seréis los primeros en caer cuando llegue al poder.
Pero me desvío. Postcine. Coincidiremos que el cine es un arte más y que, como tal, tendrá muy diversas corrientes a lo largo de su historia, más allá de sus avances tecnológicos (sonido, color…). Y que obras de diferentes épocas no son comparables. Que no sé con qué quedarme, si con un greco o con un dalí, pareciéndome ambos geniales. Algo así ocurre hoy con las películas, por mucho que estos señores se esfuercen en decir lo contrario. La esencia es la misma, pero nada más. Ni la interpretación, ni la dirección, ni el guión, en nada se parecen el cine de hoy y el de ayer, que, por cierto, aún perdura hoy con obras ejemplares (siempre nos quedará Clint). Y ya, de paso, convendría decir que no hay que confundir este postcine con las obras pedantes y huecas de realizadores que en vez de mirar el visor de la cámara se quitan las pelotitas de su cuidado ombligo. Como ocurre en los demás campos del arte, vamos.
Hecha esta aclaración, pasemos a ver algunas de las características que, para mí, puede tener este postcine:
-Autoconsciencia y autorreferencia: el director y el guionista no se esconden ante la cortina que conforma la obra, sino que se ponen al mismo nivel de ésta, miran al espectador a los ojos y le hacen guiños, le recuerdan películas suyas anteriores, le sonríen o le riñen. El Nolan de The Prestige, Von Trier, Fincher y Chan Wook en todos sus films, Cuarón y sus planos secuencia de Hijos de los hombres, la gran Kiss kiss bang bang o el Lynch más marciano son maestros en estas lides.
-Vasos comunicantes con nuevas formas artísticas: aunque muchas veces no son nuevas (cómic) o aún da un poco de grima llamarlas arte (videojuego). Como bien apuntó Dafaka, en el brutal 300 de Snyder la cámara es la misma que la del Viewtiful Joe de Capcom: acelera y ralentiza, se acerca y se aleja, todo en uno. Algo así puede verse también en diferentes momentos de la infravalorada Gangs of New York, de una vaca sagrada como Scorsese. El tramo final de Hijos de los hombres parece un shooter. Fincher, Jonze o Gondry han ennoblecido sus comienzos en el cenagoso mundo del videoclip reinventando la estética del cine, si bien luego sus seguidores han obtenido resultados muy dispares. Y Von Trier, con su trilogía de América, trae el teatro de Brecht al celuloide (ya, lo de celuloide es un decir).
-Dinamitar la estructura narrativa clásica: ¿Planteamiento, nudo y deselance? Fuck you! Ya no se trata de contar historias de atrás para delante, como hizo ese film-declaración que es Memento, sino de mezclar realidades, sueños, obras-dentro-de-obras y personajes. El Shane Carruth de Primer, el Aronofski de The fountain, Nolan, Lynch, Iñárritu, Fincher, Tarantino, Chan Wook y la práctica totalidad de los que han practicado alguna vez este postcine han comprendido que [algunos de] los espectadores están dispuestos a hacer un esfuerzo mental para seguir la historia si el resultado va a ser aún más satisfactorio.
-Reciclaje del arte pulp: donde no pudieron llegar los realizadores de los setenta por escasez de medios o talento, esta tanda de nuevos directores sí que llega. Y les sobra. Y si no, echad un ojo a Tarantino (atención a la inminente Grindhouse) o la nueva hornada de directores de terror como Alexandre Aja (Las colinas tienen ojos), el ya mencionado Zack Snyder (modélica su Amanecer de los muertos) o el Rob Zombie de Los renegados del diablo.

Éstos son sólo unos pocos de los rasgos que caracterizan para mí este postcine. Seguro que podéis añadir algunos más. Y sin leer el Cahiers, que para eso somos tan cojonudos.

PD: si conocéis más de la mitad de las imágenes con las que he hecho el collage de arriba es que habéis hecho los deberes. Así me gusta.

martes, 8 de mayo de 2007

Madrid tiene muchas salidas


La campaña de la Comunidad de Madrid tiene razón, pero se olvidaron de añadir la más cierta de todas, la que marca esta señal. No tengáis prisa por seguirla, por favor.

El verdadero Club Silencio


Cementerio de la Almudena

martes, 24 de abril de 2007

El Juan Palomo de la música



Bueno, con unos días de retraso os pongo por fin el post referente a la tercera pata sobre la que se asienta en la actualidad el rock progresivo. En anteriores textos os he hablado de las variantes místico-burra que representa Tool y de la desparramado-panchita de The Mars Volta, así que nos quedaba hablar de su variante estilosa, ocupada por Steven Wilson.
Y es que este tipo de aquí al lado (retratado de forma sublime por Kaplan) es el cerebro de una serie de formaciones bien variopintas desde las cuales practica y revoluciona este rock progresivo de una forma tan rica en ideas como no se veía desde los tiempos de Robert Fripp.
Podríamos decir que el centro de todo es Porcupine Tree, una banda que comenzó Wilson como único miembro en la escena underground inglesa de los ochenta y en la que se rastreaba una influencia bien clara de unos oscuros Pink Floyd. Letras y melodías alucinadas, como aquel Voyage 34, su segundo LP, consistente en cuatro cortes instrumentales bañados en LSD hasta las cachas, en los que un riff claramente reminiscente del Another brick in the wall iba y venía como la consciencia en pleno viaje psicotrópico. Conforme el éxito fue llegando, Wilson se vio obligado a reclutar miembros para el directo de Porcupine Tree que acabarían formando parte de la banda a tiempo completo.

Su estilo cada vez se va desprendiendo más y más de los manierismos más lamentables del rock psicodélico mientras se empapa de nuevas influencias tan variopintas como el kraut rock de los setenta o, más adelante, el death técnico de grupos como Opeth o Meshuggah, todo ello sin abandonar en ningún momento su estilo propio, con ese aroma tan puramente británico, que le lleva a estar unido "espiritualmente" a otras formaciones como Depeche Mode, los primeros Radiohead, Muse o, si me aprietas, U2.

Esta segunda época, más abierta para los oídos novatos en este estilo, está conformada por irregular (y en sus puntos altos, formidable) Stupid Dream, el perfecto Lightbulb Sun (el nexo entre la etapa psicodélica y la actual), el mediático y perfectísimo In absentia, el más duro Deadwing y el más ambicioso Fear of a blank planet, que acaba de salir estos días y en el que son más patentes que nunca las secuencias del kraut y los riffs asesinos del death.

Por otro lado, conforme su figura se iba haciendo más importante, formó junto con el músico y activista israelí el formidable dúo Blackfield, más orientado al art rock. Y, anteriormente, ya había formado otro -fabuloso- dúo, No-Man, de música ecléctica e intimista con el cantante Tim Bowness, y dos instrumentales, uno de música electrónica, Bass Communion, y otro de kraut rock puro y duro, IEM (Incredible Expanding Mindfuck).

Muchos nombres, demasiada información, pero la verdad es que el tío es un puto genio, qué queréis que os diga. Aquí os dejo algunas cancioncillas para que veáis de que va la vaina. De todos modos os recomendaría que os bajárais In absentia, Deadwing o Fear of a blank planet porque son cojonudos, así como los dos álbumes de Blackfield (no tienen título).

NOTA: si no se reproduce cualquiera de los archivos de música, actualizáis y lo volvéis a intentar, que a veces se quedan trastabillados. Y ojo con la segunda, es larga, pero tiene una parte central que es la leche, escuchadla entera de fondo y veréis cómo os sorprende.

Porcupine Tree - Shallow

Porcupine Tree - Anesthetize

No-Man - Iris Murdoch cut me down

Porcupine Tree - Way out of here

Porcupine Tree - Sentimental

martes, 17 de abril de 2007

Letra para una matanza


Ayer mismo salía el último disco de la banda de la que voy a hablar mañana en este blog, Porcupine Tree. Trata en general sobre la alienación de la juventud. Y ayer mismo, también, iba a salir a la luz el vídeo musical de la canción que da nombre al álbum, Fear of a blank planet. Pero mira tú por dónde, un hijo de puta en Virginia decidió hacer su propia performance de esta letra que ahora os ofrezco. La banda ha dicho que el vídeo tendrá que esperar un tiempo, toda vez que alguien les ha copiado la idea de forma más directa.
¿Realidad superada por la ficción? Lo cierto es que yo ya no sé diferenciar una de otra, qué quieres que te diga, ni sé cuál me asusta más...

FEAR OF A BLANK PLANET


Sunlight comin' through the haze

I've tucked in the blind

to let it inside

The bed is unmade

music still plays

TV, yeah it's always on

A flicker of the screen a movie actress screams

I'm basking in the shit flowing out of it

I'm stoned in the mall again

Terminally bored,

shuffling 'round the stores

and shoplifting is getting so last year's thing

Xbox is a god to me

A finger on the switch,

my mother is a bitch

my father gave up ever tryin' to talk to me

Don't try engaging me

The vaguest of shrugs,

the perscription drugs

You'll never find

a person inside

My face is mogadon

Curiosity

has given up on me

I'm tuning out desires

The pills are on the rise

How can I be sure I'm here?

The pills that I've been taking confuse me

I need to know that someone sees that

There's nothing left I simply am not here

I'm through with pornography

The acting is lame,

the action is tame

Explicitly dull,

arousal annulled

Your mouth should be boarded up

Talking all day

with nothing to say

Your shallow proclamations,

all misinformation

My friend says he wants to die

He's in a band,

they sound like pearl jam

Their clothes are all black,

the music is crap

In school I don't concentrate

And sex is kinda fun,

but just another one

of all the empty ways

of using up a day

How can I be sure I'm here?

The pills that I've been taking confuse me

I need to know that someone sees that

There's nothing left I simply am not here

Bipolar disorder can't deal with the boredom

You don't try to be liked

you don't mind

You feel no sun

Steal a gun

To kill time

You're somewhere

you're nowhere

you don't care

Catch the breeze

You still the leaves

So now where?

Jacob's ladder


Aún me da cosa recordar esa película...

domingo, 15 de abril de 2007

El árbol que comía vallas


Parece ser que el médico le había recetado tomar hierro. Aún siento escalofríos al recordar los gritos de la valla mientras era devorada. Menos mal que no me topé con su primo, aquél al que le aconsejaron comer seres humanos...

sábado, 14 de abril de 2007

La cena está en la mesa


Sistema nervioso vegetal (y IV)

Los nervios del sistema autónomo están formados por todas las fibras eferentes que abandonan el sistema nervioso central, excepto aquellas que inervan el músculo esquelético. Existen fibras autonómicas aferentes, que transmiten información desde la periferia al sistema nervioso central, encargándose de transmitir la sensación visceral y la regulación de reflejos vasomotores y respiratorios, por ejemplo los barorreceptores y quimiorreceptores del seno carotídeo y arco aórtico que son muy importantes en el control del ritmo cardíaco, presión sanguínea y movimientos respiratorios. Estas fibras aferentes son transportadas al sistema nervioso central por nervios autonómicos principales como el neumogástrico, nervios esplácnicos o nervios pélvicos.
(los textos son de la wikipedia)

Sistema nervioso vegetal (III)

El sistema nervioso autónomo es sobre todo un sistema eferente e involuntario que transmite impulsos desde el sistema nervioso central hacia órganos periféricos. Estas acciones incluyen: el control de la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción, la contracción y dilatación de vasos sanguíneos, la contracción y relajación del músculo liso en varios órganos, acomodación visual, tamaño pupilar y secreción de glándulas exocrinas y endocrinas, regulando funciones tan importantes como la digestión, circulación sanguínea y metabolismo.

Sistema nervioso vegetal (II)

El sistema nervioso autónomo, al contrario que el sistema nervioso somático y central es involuntario, activándose principalmente por centros nerviosos situados en la médula espinal, tallo cerebral e hipotálamo. También, algunas porciones de la corteza cerebral como la corteza límbica, pueden transmitir impulsos a los centros inferiores y así, influir en el control autónomo.

Sistema nervioso vegetal (I)

El sistema nervioso autónomo, (también conocido como sistema nervioso vegetativo, uséase vegetal), a diferencia del sistema nervioso somático, recibe la información de las vísceras y del medio interno, para actuar sobre sus músculos, glándulas y vasos sanguíneos.

miércoles, 11 de abril de 2007

Viento y grietas 13


En el horizonte siempre ha estado el fin, pero hoy está más cerca que nunca. Los perros aúllan e intentan zafarse de su collar, asustados por lo incomprensible. Son los mismos que me ladran cuando paso demasiado cerca del perímetro, ansiosos por dedicarme alguna dentellada con la que saciar su apetito. Hoy dan vueltas frenéticas alrededor del palo al que están atados, como buscando una salida que jamás hallarán. Entre ellos y yo, el vacío, la soledad, los crujidos de muros descascarillados. Todos -mis vigilantes ausentes, sus vigilantes, los no vigilados- saben que tras ese horizonte no hay posibilidad de escape; que, como los perros retenidos por su collar, no tienen salida, pero aún quieren mantener las formas, han de mantener el respeto a la ley, tienen que ser magnánimos con los magnos. Los muy desgraciados luchan por esconderse de la gran verdad que, sin duda, todos saben: dadas las circunstancias, todos son tan presos como yo. En la oscuridad de sus hogares, bajo sus sábanas de algodón, lloran y maldicen, pero yo, agarrado a los barrotes de mi celda, asomado a la verdadera cárcel que es hoy el mundo, alabo mi buenaventura. Lo cierto es que el horizonte, el fin, sigue tan lejos como siempre. Pero todo lo demás es muy cierto. Nacemos presos de nosotros mismos; en cada uno está el serlo también de otros.

(continuará)

Viento y grietas 12


Ayer, después de años sin hacerlo, me visitaron los guardias blancos. Se asquearon al verme, cubierto de demasiada vida. Sosa, gritaron, cúbranle de sosa, desinfecten su espalda, por Dios, y aféitenle. Es lo mismo, no se dan cuenta de que lo externo es una manifestación de lo interno, y que mi suciedad intrínseca es tanta que necesita salir por cada poro de mi piel. Que el pus y la roña volverán a surgir, es el único maná que encuentro por estas tierras. Aplicaron sus luces sobre mis ojos y sus aspersores sobre mi nariz, como si fuera un recién nacido. La última que vez que hicieron eso vaciaron el aspersor en una de mis fosas nasales en vez de llenarlo y me dejaron sordo del oído izquierdo. No dejo de gritar y morder mientras me aplican el jabón corrosivo en polvo hasta que uno de los guardias blancos me golpea con su porra en los riñones y me noto morir. La raspa que es hoy mi cuerpo parece resquebrajarse. Intento llorar pero no encuentro el aire necesario. Para cuando mis pulmones logran llenarse vuelvo a estar solo. Sólo mi lamento, mi único alimento, me acompaña. No se molestaron en secarme el agua helada de la ducha. Se preocuparon de mi limpieza, pero no de que me provocaran una hipotermia. Quizás esto que escriba no sea más que un delirio febril causado por una tortura soñada. Pero qué más te dará eso. Sólo acudes a estas páginas a alimentarte. Comienzo a odiarte, seas quien seas.

Viento y grietas 11


De mí; desconfía de mí.

Viento y grietas 10


Lo escribí hace demasiado y llegué aquí con el manuscrito como única pertenencia. Años atrás lo rompí en un ataque de dolor, furia y locura, aunque a lo mejor fue sólo locura. Por desgracia, aún lo recuerdo tal como era:
“Hoy, ahora, mueres. Tus ojos se quedan mirándome, inexpresivos. Tu cabeza se apoya ahora con más fuerza sobre el cojín cuyo forro cosiste hace años. Tu mano derecha ha quedado enlazada con mi zurda. De manera que es así como acaba todo, como acabamos todos, como acabas. Con frío; estoy congelada de frío, ésas fueron tus últimas palabras. Te traje una manta, la de cuadros rojos y negros, que es la que más abriga. Antes te había peinado, no muy bien, la verdad, tan sólo repasé un poco esa melena plateada. No te gustaba que lo hiciera, ni siquiera hoy, lo siento. Yo esperaba que esto acabara pronto pero nunca te lo dije, ya tenías tú suficiente. Pero seguro que también lo sospechabas. Desconfiaste de esa mejoría que tuviste ayer y anteayer, porque habías visto muchos moribundos en tu vida –tantos…- y sabías que, cuando esto ocurría, no presagiaba nada bueno. Anoche lloraste, seguramente porque te sabías ya muerta, tus ojos te delataron. Tus ojos y la almohada, empapada sin haber sudado. No hay nada –ya te lo dije una vez- que me duela más que verte llorando, ni siquiera tu misma muerte. Ésta es inevitable, pero la causa de tus lágrimas (quizás) no. Al final nos quedamos solos, tú y yo, no podía ser de otra manera; esperaste a que los demás se fueran a casa, querías un último momento de intimidad y lo conseguiste. No hubo tiempo de despedidas, de lloros blandos, ni de adioses o hasta luegos (tú habrías dicho hasta luego; yo no habría contestado); hasta en eso miraste una última vez por mí, un último sacrificio. No me obligaste a pasar por un momento tierno porque ya sabes cuánto los odio, pero lo cierto es que, en este caso, no me habría molestado. Hasta en eso acertaste: ya me echarás de menos y no podrás hacer nada para solucionarlo, decías a menudo, y yo reía. Hoy, ahora, tu mano en la mía, tu mirada en la mía, comprendo mi equivocación”.
No sé si fue el principio de todo esto. No sé si fue el principio de todo. No sé si fue el principio. No sé si fue. No sé. No.

Viento y grietas 9


Lo que más me desespera de esta condena es la inmovilidad del paisaje. O, mejor dicho, su inalterabilidad. Supone un grave castigo despertarte siempre con el mismo descampado en el horizonte. Rastrojos amarillos agarrados con vieja rabia a la tierra, esta maldita tierra de sequedad inabarcable. Parece mentira que, a lo largo de la historia, haya millones de personas orgullosas de su pertenencia a este sol, a esta región de fealdad impía. Debe ser consecuencia de la falta de conocimiento: serían capaces de despreciar placeres antes de perder su ración de gachas. Y hubo sangre derramada por la posesión de estas tierras, cuando no se merecen una sola gota de sudor. Sin duda, es causa de la falta de conocimiento. Dime, ¿sabrás leer? ¿Merecerá mi esfuerzo tu lectura? ¿O merecerá tu lectura mi esfuerzo?

Viento y grietas 8


Nací pequeño y gordo y crecí largo y delgado. El niño mimado y único. Luego me lo recordarían todos. Niño mimado y único, eso no es bueno. Dicen, y digo, que el presente se viene escribiendo desde el pasado. No me importaría poder borrar algunas líneas: estoy muy mal escrito. Me estoy dejando barba al tiempo que me dejo pasar. Hay canas y grises en mi vida. Los grises de un pintor expresionista. Me gustan sus pinceladas agobiantes por largas. Debieron quedarse a gusto al terminar sus obras, libres de sus trastornadas preocupaciones. Intento quedarme a gusto yo también pero no noto nada. Aquí hace tiempo que me siento así, estas lámparas de aluminio y su luz mortecina torturan el entendimiento y aumentan la indolencia. Estafado, ése es el nombre de mi espíritu: vine buscando redención y encuentro… ¿Qué encuentro? No huelo, no veo nada. Tengo frío, el reuma se viene agudizando en los últimos años.

Viento y grietas 7


De tanto esperar a la muerte sin respuesta quise ir a buscarla varias veces, pero nunca de forma violenta. Dejé de comer, de beber, de abrigarme. Nunca logré alcanzarla. De muy niño, un autobús nos llevaba de nuestro pueblo al colegio. Recorríamos una pequeña carretera, unos quince kilómetros, cada mañana. Un día, en el terraplén que había junto al asfalto, yacía ensangrentado –con la sangre líquida, de muerte reciente- el cadáver de un perro. Chucho, flaco y color canela, con los ojos abiertos rodeados de hilillos sanguinolentos, el cuerpo reventado seguramente por el choque contra un auto. Muerte superflua de lo olvidado. Día tras día contemplé su cuerpo al ir y venir del colegio durante los cinco años que seguí viviendo en aquel pueblo. Las manchas de sangre en la carretera desaparecieron con las primeras lluvias. Progresivamente, la tierra y la hierba se fundieron con el perro por obra y gracia de la putrefacción, hasta que sólo quedó un sucio manto peludo que un día había sido color canela. Con los años no fue más que un pequeño montoncito que el terraplén había ganado a la carretera. Nunca ninguno de mis amigos pareció fijarse en el perro. Yo tampoco comenté nada al respecto. Por eso nunca conseguí suicidarme por completo. Por miedo a morir como aquel perro, a que me dejaran consumir por las bacterias y que nadie reaccionara, que ni siquiera tropezaran conmigo. Hace tiempo que dejé de buscar a la muerte. Ahora es ella la que me persigue, creo.

Viento y grietas 6


Al pensar en ti te imagino mujer. Joven, recostada, con tus largos cabellos resbalando sobre tus hombros y tocando con sus puntas estos folios. Te imagino paciente ante mis frases, deteniéndote una y otra vez en las palabras que te escribo. Te imagino como alguien que conocí antes, en algún momento. Te imagino vacilante, interesada en lo que te he escrito. Te imagino con ojos grandes pero no sé de qué color, no me importa. No eres Venus. Tranquila, lo sé. Y porque no lo eres, por tu clamorosa imperfección, me preocupas más. Sería insoportable tener a Dios de lector, ¿no crees? Te agradezco que me dejes imaginarte. Y si no eres mujer, mejor, porque así comprenderás que hay cosas que son imposibles de olvidar desear.

Viento y grietas 5


Ellos; los mismos que son fríos, austeros en el trato, reacios en el reconocimiento, opacos en sus expresiones, rocosos en sus ideologías, planos en sus sentimientos, altos en el orgullo pero bajos en la ayuda, ingeniosos en la vanidad, atrayentes en el éxito pero desconocidos en el fracaso, insistentes en el defecto ajeno, voraces en lo material, despreocupados por lo escondido, alegres en lo triste y alegres en lo alegre. Ellos; desconfía de ellos.

Viento y grietas 4


No hay vino en casa del pecador ni auxilio para el hijo de la viuda, ¿entiendes? Estoy cansado de vivir reposando tras estos muros inconcebibles y creo que estoy volviéndome loco. Es normal dadas las circunstancias. A mi alrededor sólo encuentro las más ruines, espantosas y crueles alimañas, pero ninguna me presta atención. El pellejo que es hoy mi carne debe resultarles un bocado demasiado rancio. Las ratas –de un tamaño enorme, como un gato joven- prefieren comerse las unas a las otras antes que olisquear mis tobillos. Hace tiempo que me he dado cuenta: ratas, arañas, murciélagos, son ellos mis verdaderos carceleros; no se acercan pero me vigilan a todas horas, lo sé. Se alimentan de mi miedo, saborean cada lágrima que cae de mi noche, tienen el estómago lleno de ellas. Yo, en cambio, me vacío más con cada pestañeo. Y encima el picor. Hace meses que mi espalda está en carne viva porque no puedo dejar de rascarme. Me pica el alma y no sé cómo solucionarlo. Creo que la estoy mudando, como la piel de los reptiles, claro, como yo. Me quema la noche. Sufro por ella, no dejo de morirme.

Viento y grietas 3


Recuerdo pasear rodeado de frío y lana. De noche otoñal, con los crujidos de las hojas secas bajo mis pies. Puede que fuera un bulevar, no estoy seguro. Parejas besándose en los bancos tal y como había hecho yo también a su edad. En aquel tiempo, ¿era rico o pobre? O mejor, ¿quién era? Ahora recuerdo, eran las Ramblas, con los kioscos abiertos de madrugada. Claro, mi familia ya dormía en sus camas oscurecidas y blancas del hotel, tranquilos y calientes. Recuerdo recuerdos: mientras paseaba pensaba en el Duero y su sonido, tan perfecto que lo hacía siniestro. Se me ocurrió que no estaría mal caminar eternamente a lo largo de la orilla del río, sólo con el ruido de sus aguas como compañía. Pensé que la soledad no sería una mala idea. Hoy me cuesta recordar la palabra Duero, he olvidado quién era mi familia, no puedo pasear y sólo oigo el viento chocar contra las paredes de esta cárcel. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegarán estos papeles a ti? ¿A ti? ¿Por qué a ti? ¿Quién eres tú?

Viento y grietas 2


Hay un cuento, o una metáfora, o un texto sagrado en el que un hombre mata a otro –su hermano- movido por la envidia. Un crimen terrible, paradigmático, ideal para una moraleja gracias a su meridiana claridad. Este hombre es condenado a marchar estigmatizado y despreciado el resto de sus días. ¿Loki o Caín? Loki permanecerá atado bajo una serpiente de cuyos colmillos goteará veneno sobre sus ojos toda la eternidad y sólo tendrá a su mujer, Sigyn, para recoger cuantas gotas pueda antes de que se precipiten sobre su marido. Aun así, Loki nunca se arrepentirá de la muerte de Balder (muerte que, además, provocó por diversión). Es el tesón vikingo, la bravura ante su final. Por el contrario, Caín, tras ser condenado, dice: “Mi castigo es insoportable”. La evolución lingüística hebrea hará que Caín cambie de opinión: “Mi pecado es insoportable”. Es el sentimiento de culpabilidad arraigado en el cristianismo y judaísmo desde el pecado original. Mersault acabó hace menos eternidades con la vida de otro hombre en una playa. En el juicio pareció declararse extranjero de la humanidad, como perteneciente a la que debería ser la mejor sociedad, la sociedad de Mersault. Hace tiempo, no recuerdo cuánto, creo que también acabé con la vida de alguien. No sé si, justo tras la condena, acepté mi castigo sin arrepentimiento –como Loki- o si lloré lastimosamente mi pecado –como Caín-, pero supongo (y casi aseguro) que no me comporté del modo también metafórico pero autista de Mersault. Sólo recuerdo que sentí. ¿Cuántos años llevaré ya aquí?

Viento y grietas 1


A veces llueve, siempre torrencialmente. Como una purificación de la blasfema tierra baldía, agarrada con furia a su aridez. Me gusta sacar la mano por entre los barrotes de la ventana de mi celda, para que al menos una parte de mí se sienta libre, salpicada de agua vieja que se evapora al rato por el calor malsano que asola esta región. Calor malsano por la mañana, frío malsano por la noche. Las diferencias de temperatura tan notables y la constante sequedad –las lluvias, aun fuertes, son muy escasas- hacen que mi piel envejezca prematuramente y mis dedos se agrieten: en las yemas tengo desde hace meses profundas hendiduras, llagas abiertas de escozor continuo. Mi cara ha desaparecido en cientos de arrugas que la oscurecen y hacen que ni yo mismo me reconozca. En eso se ha convertido mi condena: desconocimiento absoluto y perpetuo. Nadie me echa en falta, nadie me ve e incluso he olvidado mi propio rostro, mi verdadero rostro. He dejado de existir. Por eso te escribo. Mi arrepentimiento es total. Quiero recobrar mi existencia. Necesito que me conozcas, seas quien seas.

martes, 3 de abril de 2007

El gran robo de América


No sé sinceramente si nos encontramos ante la mejor campaña de márketing discográfico de la historia o ante el disco conceptual más currado de la historia, pero tanto de un modo como de otro, creo interesante enseñaros esto.

Este mes sale a la venta el último disco de NIN, Year Zero, grabado a pelo por Reznor con su portátil durante la última gira del grupo. El disco es mucho más electrónico que el penúltimo -With_teeth-, pero no voy a hablar de lo estrictamente musical. Las letras de las canciones tratan acerca de "dónde podríamos estar dentro de quince años de continuar por el mismo camino que estamos siguiendo ahora, particularmente en Estados Unidos", es decir, la pesadilla distópica de turno. El caso es que en la espalda de las primeras camisetas que sacaron a la venta con este nuevo lanzamiento iba escondida una dirección web, iamtryingtobelieve.com, que no es sino la punta del iceberg de lo que Reznor había montado para apoyar Year Zero. Son, en total y de momento, diecinueve websites creadas para la ocasión que versan sobre diferentes aspectos de la historia, que se completará asimismo con la continuación puramente discográfica de este disco y que saldrá, en teoría, el año que viene.

Me gustaría que le echárais un ojo porque me parece que es francamente interesante tanto si es una cosa -estratagema comercial- como otra -complemento currado de un disco-. Yo, de pronto, lo veo como un paso más de la mutación a la que está obligada la industria discográfica dada su recesión irremediable.

En fin, aquí os dejo las páginas en cuestión, navegad por ellas porque tienen algunos contenidos bastante chulos. Iré añadiendo aquellas otras que vayan apareciendo y me entere de su existencia:



















Y aquí os pongo el primer vídeo musical del disco, que también tiene una temática acorde con el concepto, que diría el de Airbag. La canción se llama Survivalism:

jueves, 29 de marzo de 2007

En verdes praderas nos hacen recostar


Creo que no le vendrá mal a este blog hablar de una película de estilo clásico toda vez que en breve nos pondremos a rajar como locos de 300, que creo que habría que denominar en algún sentido como postcine. Y por ello me ha venido como anillo al dedo ver la segunda película de DeNiro como director, The good shepherd (El buen pastor), que áun no se ha estrenado en España.

Sorprende desde luego que Bob se haya metido en un embolado semejante, habida cuenta que su ópera prima, Una historia del Bronx, era la antítesis de la que nos ocupa ahora. Ha pasado de trasladar a la pantalla un relato de iniciación mafiosa del habitual en las lides del hampa Chazz Palminteri (es incluso la voz de Fat Tony en Los Simpsons, el no va más) a meterse ni más ni menos que en los veinte años que duró la gestación de la CIA. Toma ya.

Para ello ha pillado un reparto de esos que sólo consigue reunir Woody Allen, Marty Scorsese o, últimamente, Christopher Nolan. Por la película se pasan Matt Damon, Angelina Jolie, William Hurt, el propio DeNiro, Michael Gambon, Joe Pesci, Timothy Hutton o Alec Baldwin (sí, ya, los Baldwin apestan, pero éste en particular ha enlazado dos buenos papeles en Infiltrados y en ésta misma, así que le salvo del genocidio familiar que ha de practicarse tarde o temprano). De manera que, como el que no quiere la cosa, de primeras, la cinta atrae. Volveremos después a los actores.

Lo que te acaba de llamar la atención son dos hechos de los que te das cuenta una vez entras en el film. El primero, que después de ser el actor que ha estado metido en la mayor cantidad de obras maestras de toda su generación, a DeNiro se le ha pegado un poco de aquellos directores con los que ha tratado. De todos y de alguno más (The good shepherd respira ese aire turbio y minucioso que emanaba el JFK de Stone). Pero del que más ha aprendido, sin duda, es del productor de la peli, Francis Ford Coppola.

Salvando las distancias y sabiendo que las comparaciones son odiosas y patatín patatán, el estilo empleado recuerda sin duda a El Padrino. Un tono pausado, contenido, con escasas escenas de emoción o violencia contenidas, y con un protagonista... que es un cabrón con pintas. Michael Corleone y Edward Wilson son sociópatas inofensivos, que intentan mantenerse como tales y llevar una vida tranquila al margen de una sociedad que odian, pero que, por causas externas a ellos, acaban ostentando una gran porción de poder. Son un coñazo de tíos, pero acojonan.

En esto influye también el segundo hecho que me quedaba por hablar: el guión de Eric Roth, un hombre que empieza a hacerse un nombre. A pesar de lo que diga Dafaka, su libreto de Munich me parece soberbio (sólo lo empaña esa espantosa escena final del orgasmo que, desde ya, atribuyo a Spielberg y su dificultad para acabar sus últimas obras como Dios manda) y está trabajando en el próximo proyecto de Fincher, The curious case of Benjamin Button. Roth ha escrito una película incómoda, agobiante, igual que Munich, en la que la espiral de asfixia no hace sino crecer y crecer, pero que no puedes dejar de ver a pesar de lo antipáticos que resultan todos los personajes.

Y volvemos a los actores. Con Damon me está pasando como con DiCaprio, que se está esforzando por que acabe gustándome. Lo consiguió en Infiltrados, me atrapó en la última de Bourne y en ésta creo que hace el papel de su vida, la antítesis de lo que exigiría el típico guaperas que se cree la gente que es. Y en cuanto a Angelina Jolie, he de decir que no había visto nunca ninguna película suya y que en ésta, aun siendo una elección de casting un tanto extraña, se esfuerza un huevo por construir un papel de mujer esforzada. Y acabo creyéndomela, la verdad. Y si tengo que ir hablando del resto de reparto uno por uno me canso y no quiero, pero están todos genial.

Total, que os la bajéis ya, leñe.

domingo, 25 de marzo de 2007

El guiriguay


Desde la última cuesta del camino


Mi perro


Bueno, no es mi perro. Pero algún día lo será. Lo juro.

El fantasma negro


Recién inaugurado el túnel de la M-30 y ya está poseído...

miércoles, 21 de marzo de 2007

Quesada's eleven


Ayer mantuvimos la enésima conversación comiquero-etílica y, al llegar a casa me entraron las ganas de hacer aquí una especie de guía de lectura de la Marvel actual, dado que, por primera vez en casi treinta años, ésta se muestra como un todo orgánico, en el que ningún hecho es considerado exclusivo de una colección y sí concerniente a todas. Y todo gracias a que se ha depositado el poder de decisión en los guionistas (no sé a ciencia cierta quién tendría la brillante idea de dárselo en los noventa a los dibujantes). Y qué guionistas:
1. Brian Michael Bendis: este doble de Kingpin en carne y hueso es el cerebro en la sombra (y no tanto en la sombra, la verdad) de todo esta maraña. Ya hablamos por aquí de él. Sólo cabe volver a decir que su tarea en Los Vengadores, The Pulse y Daredevil me parece muy, muy interesante y el germen de lo que es hoy Marvel. Y lleva camino de ser el tío que más números haya escrito del Hombre Araña con su Ultimate Spiderman.
2. Mark Millar: el segundo cabecilla de la rebelión. Maestro en las artes de miccionar en los mitos del género con particular mala baba y acierto. Sus insuperables números de The Authority los ha llevado a una serie de verdad con los Ultimates, acompañado por Bryan Hitch con el fin de dejarnos a todos con la boca abierta. Es el máximo, que no único, responsable de la inminente e importante Civil War, dibujada por el joven genio que es Steve McNiven. Nada desdeñables tampoco las cositas que va haciendo por aquí y por allá, como los primeros números de Ultimate X-Men y su saga de Lobezno. Es asimismo el autor de la mejor frase que ha pronunciado jamás el Capitán América y, lejos de Marvel, de Wanted, la micción suprema.
3. Grant Morrison: vini, vidi, vinci y se dio el piro. Como dice Ganzúas, derribó la catedral churrigueresca que eran los mutantes y sus consecuencias aún se ven con fuerza. Una vez que cumplió su trabajo, ayudado por el descomunal Quitely, se volvió a cambiar de acera para seguir profundizando en el género que él mismo creó: el cómic de superhéroe, metafísica y peyote. Y si no lo crees, ahí tienes We3, Seaguy, Seven soldiers of victory o El Asco. Por no hablar de Los Invisibles...
4. Warren Ellis: otro del que ya hemos hablado hace tiempo, cuya figura no hace más que ascender y ascender. Es el renovador del género de superhéroes como en los ochenta lo fueron Miller o Moore. Lo hizo con The Authority y Planetary, y ahora lo está volviendo a hacer con Nextwave (el cómic más cool del momento y con el humor más gamberro que he leído desde el Masacre de Joe Kelly). Su Iron Man, genial. Habrá que ver la que monta con su último invento, newuniversal, y con su versión de los Thunderbolts. Yo, mientras, seguiré esperando que a alguien se le ocurra de una vez consumar el intercambio de parejas de The Authority que iniciaron Hytch y Millar y junten de una vez por todas a Ellis y Quitely.
5. Josh Whedon: el creador de Buffy se lo ha montado bastante bien. Le han hecho una serie mutante nuevecita para él con los personajes más fashion y esa bestia de la naturaleza que es John Cassaday a los lápices. No se puede quejar. Sin todo eso habría que ver lo que hacía. Pero yo tampoco me puedo quejar, vamos. Y suya es la culpa de que Civil War acabe como acabe.
6. Garth Ennis: el guionista de la camaradería entre soldados está en plan descanso del guerrero, velando armas mientras se desahoga con el Punisher, una lectura muchísimo más recomendable de lo que todo el mundo dice por ahí. De vez en cuando hace otras cosillas (Ghost Rider), cosas (Born) o cosazas (Fury), todas ellas, como poco, muy divertidas. Que esté en Marvel un símbolo de Vertigo como él debe hacer muchísima pupa a la Distinguida Competencia. Y si encima vuelve a DC para escribir The Boys y a los seis números le dicen que se vaya a otro lado por lo burra que es, la verdad es que la cosa está muy malita.
7. J. M. Straczynski: es autor de la etapa más interesante de Spiderman desde, diría yo, los tiempos de Stern o DeMatteis, a pesar de esas cosas tan raritas que monta con la pobre Gwen Stacy. También anda manoseando ahora a los 4 Fantásticos. Deseo de verdad que haga lo mismo con Thor, que es mi personaje favorito y anda el angelito muy perdido desde los inolvidables números de Simonson. Y a ver si le echo el diente de una vez a su Escuadrón Supremo...
8. Peter Milligan: su irregularidad le hace parecer peor de lo que es, y sus X-Men actuales afean el recuerdo tan agradable que supone X-Statix, el paso intermedio entre The Authority y Nextwave. Para ver las cosas ricas que hace ahora, mejor seguirle la pista al Blanco Humano que escribe para DC.
9. Robert Kirkman: el tío que, después de hacer una serie de culto en blanco y negro (The living dead), tiene la idea del siglo: juntar superhéroes y zombies. Todos los frikis babean con algo así, pero a ninguno se le ocurre antes que a él, a pesar de lo fácil que es. Espíritu creativo adocenado en la sociedad posmoderna, me temo. Marvel zombies ha sido el bombazo en ventas inesperado de la temporada, por supuesto. Habrá que rezar para que también nos dejen ver por aquí su, por lo visto, entretenidísimo Marvel Team-up.
10. Paul Jenkins: el más grande guionista de historias pequeñas de la actualidad. Sus números autoconclusivos de Spiderman son preciosos; su Vigía, una locura; y, se dice, se comenta, su Civil War Frontline, mejor incluso que Civil War. Lástima que parezca que le tienen de chico para todo.
11. Ed Brubaker: el último en llegar, pero lleva pinta de ser en breve tan importante en Marvel como Bendis o Millar. Autor independiente reconvertido en prestigioso guionista de superhéroes, lo cierto es que debe ser un friki del tres. Conoce a todos los personajes a la perfección y hace que hasta el Capitán América sea apasionante. Sus X-Men prometen ser tan interesantes como lo que apuntan en Deadly Genesis, en Daredevil ha entrado sin miedo a pesar de la capital etapa de Bendis, y lo de Puño de Hierro y Criminal lo quiero tener ya, ya, ya. Y si no has leído su Sleeper me enfado.
Bueno, con esto de momento ya es suficiente.

Kerbala, 2004


Que noooo...

Fresnedilla de las Olivas, 2006. Pueblo de Madrid con más tasa de inmigración de toda la Comunidad.

lunes, 12 de marzo de 2007

Manifestaciones, banderas, terrorismos (y IV): Clase de matemáticas


Enfrentarte a una mirada así tiene el mismo resultado que una clase de matemáticas: te habla -sin palabras- de distancias espaciales (3 de largo por 2,5 de ancho), temporales (532 días) y de casos prácticos (en 3 pasos). Y, también como en una clase de matemáticas, sólo logras hacerte una vaga idea de lo que se te está enseñando. El único capaz de comprender lo que intenta explicar es el profesor. O, en este caso, José Antonio.

Manifestaciones, banderas, terrorismos (III): El más listo


900.000 personas. Algún que otro cretino habría, claro, entre tanta gente. Pero sólo uno se enorgullecía y hacía gala de ello. Helo aquí.

Manifestaciones, banderas, terrorismos (II): El más genial


Manifestaciones, banderas, terrorismos (I): España, campeona del Mundial de Fútbol


Por fin, los aficionados españoles pudieron echarse a las calles a celebrar la victoria de su selección del fútbol como tantas veces habían deseado de forma infructuosa. Miles de banderas ocuparon la plaza de Cibeles en Madrid como si de un título del Real Madrid -la segunda selección española, al fin y al cabo- se tratara. Y todo gracias a los goles de los recuperados para la causa Mendieta y Etxebarría, que fueron recordados en los cánticos de la alegre multitud con tonadillas como "Etxebe, Mendieta, ésos son vascos y no los de ETA".

Keep dreamin', my friend, me temo.

martes, 6 de marzo de 2007

Aquí huele a (crítico) viejo



Necios. Sobrados. Soberbios reyes de un trono de paja. Críticos de cine. Da igual.
Sí, amigos, hoy toca hablar de una de las partes más controvertidas del periodismo. El crítico. Pero como el tema es amplio y ya algunas voces pelín más audibles que la mía han puesto a parir a elementos concretos de este corpus (Pérez Reverte y De Prada y sus affairs con la crítica literaria son un verdadero clásico del marujeo cultureta contempóráneo, casi al nivel de otros como el pensamiento único de Babelia), yo voy a centrarme en lo que más me escuece ahora mismo: el crítico cinematográfico veterano y de prensa escrita, para más señas.
Por sus hechos les conoceréis. Años y años dedicados a la profesión, qué digo profesión, al muy noble arte de la crítica del séptimo arte (qué eufemismo más manido y asqueroso, dicho sea de paso), ojitos pequeños y entreabiertos, como cansados de tanto celuloide y vida, desarreglados pero con estilo, porque han tenido mucha experiencia y mucho turismo, y saben lo que se hacen y lo que dicen. Muchos de ellos (como todos los que rondan hoy los cincuenta o sesenta, por lo que se dice ahora, qué raro que la cosa durara sus cuarenta años) curtidos en las luchas por la libertad y contra el gris, hecho que, por lo que parece, te da automáticamente la oportunidad de convertirte en director de cine, actor, novelista, cantautor o, en su defecto, crítico de cine, que es el tema que tratamos, osea.
Estamos situados, pues. Años setenta. Cine de arte y ensayo de la Gran Vía o cineclub salchichero con olor a orín que echa para atrás en su defecto. En butacas salteadas, pares de ojitos menudos ven al Fassbinder o al Herzog de turno y deciden, cada uno por su lado, que tienen que dar a conocer al mundo las erecciones mentales que esas películas les despiertan cada semana. Hasta ahí bien. A todos nos ha pasado. Ímpetu juvenil atenuado por la era de la comunicación. Si hubiese sido en la Edad Media en ese momento habría nacido un cruzado. Pero no, en los cines de arte y ensayo no nacían cruzados, nacían críticos de cine.
Nada que objetar de momento. El problema viene ahora, mientras lees estas líneas. Lejos de ti y de mí, esos mismos críticos siguen realizando su trabajo, o al menos así lo hacen creer al mundo entero. Pero no es así. Hoy, estas personas han olvidado que su trabajo es estar atentos a cómo se mueve el mundo del que opinan, se encierran en sus antiguas sesiones de cine de auteur y se creen en el derecho de insultar (insultar, esa fundamental labor del periodista) a los que no opinan como él, o peor, a todos aquéllos a los que les gusta un determinado estilo de cine. Gritan horrorizados cuando se topan con un plano que dura menos de un segundo y medio, se arañan el cuello al encontrarse con una narración fragmentada... Les asquea todo aquello que huele a nuevo y lo tachan de "modernez" (qué triste) sin darse cuenta que si aquí huele a algo es a viejo y por culpa suya. Olvidan que nos importa tres huevos lo que les ha parecido la película a ellos como espectadores, que lo que queremos es que nos digan razones y sinrazones de la obra, que la contextualicen con el momento artístico que vivimos y que ellos, de acuerdo a todo esto, la juzguen. Creerán imposible que a alguien le pueda gustar Dreyer y Aronofski, o Ford y Shyamalan, los muy cortos. Y no estoy equiparando a nadie, que conste.
Eso sí, no se la cogen con papel de fumar a la hora de elevar a los altares a sus amiguitos a pesar de que su obra sea una basura. Hay muchos ejemplos de esto y todos los conocéis, pero vamos a recordar un par, para ilustrar el tema: Oti defendió y defenderá al pequeño Amenábar como el nuevo Hitchcock por muchos telefilms de sobremesa de Antena 3 con tetrapléjicos que le dé por rodar, porque le dejó hacer un tremendo (¿?) libro monográfico sobre su egregia e imberbe persona. O Boyero jamás dirá nada malo de Alatriste, ese pufo que hizo su amigo Tano, que tantos exámenes de periodismo hizo en lugar del aprendiz de crítico mientras éste se ponía hasta atrás en cualquier fiesta. Y encima, claro está, entre ellos existe una endogamia de la leche y todos se adoran y nadie les mueve de su poltrona porque son quienes son y su nombre vale mucho.
Decimos que no nos merecemos a nuestros políticos. Lo cierto es que si nos ponemos a pensar, no nos merecemos nada de lo que nos rodea. O nos lo merecemos todo. De momento, convendría abrir las ventanas, que aquí huele a viejo.

domingo, 4 de marzo de 2007

La invasión de los hombres quesito










Ya os lo he mandado a la mayoría de vosotros por mail, pero no puedo dejarlo ahí, me temo que hay que alertar a toda la población ante esta inminente y peligrosa invasión. Se comportan como nosotros pero son más redondos y pizpiretos, ¡horror!

Ante vosotros, el homoquesito, el quesito extraño-amigo-de-los-niños y el quesito borracho, los tipos más escalofriantes de hombres quesito que me he encontrado hasta ahora.


EDITO: Buceando por internet, presa del pánico, he encontrado la siguiente imagen. Creo que es hora de echar a correr.

sábado, 24 de febrero de 2007

Inland Empire

Acabo de ver Inland Empire y me moría por escribir ya en este blog acerca de Lynch. No quiero y creo que tampoco debo ordenar mis pensamientos en torno a la película, así que los voy a ir soltando según me viene. No destriparé la peli porque, sinceramente, no sé de qué coño va (y no es una pose de guay, es así). En otros posts ya me pondré más académico, pero con este tema me es imposible. Allá voy:
1. Primera idea tras verla: en esencia, es una versión corregida y aumentada de Mullholland Drive. En cuanto al espíritu, no al contenido. Más llevada a los límites. Donde allí seguías el hilo durante media película, aquí te has olvidado de buscarlo al cuarto de hora (y no conviene olvidar que Inland dura una hora más que la ya de por sí extensa Mullholland). Si en ésta había diez momentos sobrecogedores, en aquélla hay mil. Si en Mullholland te morías de miedo en un instante en concreto (el monstruo escondido), aquí hay cuatro aún más espeluznantes. Si te confundías con realidad y sueño, prueba en Inland a mezclar varias realidades, varios sueños, varios tiempos, varios espacios. Una y otra vez. Repetimos. Y encima te cuela unas cuantas de las escenas más intensas que he visto en mi vida (al estilo de la escena de la prueba de guión de Mullholland o la del Club Silencio)

2. No sé de qué coño va, es cierto, pero sí sé (lo veo, vamos) que todo tiene sentido, aunque no lo conozca aún, como en sus obras anteriores, lo que obliga a descubrirme ante semejante bestia de la naturaleza. ¿Recordáis la sensación que teníais al ver Primer? ¿Esa placentera impotencia de ser incapaces de seguir lo que os contaban? Pues aquí elevadla al cubo y a lo mejor os aproximáis.

3. Vi la película en los Verdi (Metro Canal). Vale. Cuando iba por Alvarado aún notaba los latidos del corazón acelerados. En serio. Jamás me he cagado tanto. Y eso que he visto unas pocas pelis de terror. Pero claro, ¿qué es ese terror al lado de la posibilidad que ofrece Lynch de sumergirte en una pesadilla conscientemente?

4. A pesar de no saber de qué va, insisto, y como acostumbra este tipo, despierta en ti los mismo conceptos de siempre. Bondad absoluta, maldad absoluta, redención, sacrificio, soledad, confusión, angustia.

5. Absolutamente obligatoria la opción de verla en cine. Qué sonido más devastador. Si os decidís a ir, no dudéis en decírmelo.

6. Si buscas entretenimientos convencionales y fáciles de digerir, ve una de Ron Howard. Si quieres una tormenta de sensaciones extremas irracionales, llamad a Lynch.

7. Seguirá pasando con Lynch como con el Cherry Coke. Preguntadle a alguien al que no le gusta este director sobre Inland Empire y dirá "puta mierda". Preguntadle a alguien al que le gusta: "Gloria bendita", responderá.
[Claro que yo sería el único que diría eso en referencia al Cherry Coke].


Seguiré escribiendo cosas al respecto, pero por ahora vale.
PD: Por si no ha quedado claro, en mi opinión ver esta genial película es una experiencia única. He dicho.

miércoles, 14 de febrero de 2007

lunes, 12 de febrero de 2007

El genocida solitario


No deja de ser curioso que, debido a una ausencia por viaje de placer, no pudiese escribir antes este post que tanto habría gustado a los alegres e inocentes jovenzuelos que han visitado últimamente este blog (o mejor dicho este post, véanse sus comentarios, a los que son libres de responder los aludidos, por supuesto). Nada me molestaría más que se viesen estas líneas como una claudicación ante su buenrollismo no ilustrado. Pero en fin, metámonos en faena.

Temo a Nicholas Cage. Tiene sus cositas buenas, como Arizona baby, Face off o Asesinato en 8 mm (ésta ya no es para todos los paladares, pero en fin...), pero gusta generalmente de recrearse en la ponzoña más maloliente (lo de Con air es para analizarlo con muchísima frialdad) sin ningún pudor. Por eso me extrañó que protagonizara Lord of war. Y que además la produjera me dejó a bolos, como dice aquél, o aquélla.

Porque no siempre se ven películas con un contenido tan incómodo, pero menos aún con tantos medios. Lord of war es el retrato de un traficante de armas, pero sin tonterías. El protagonista no es malo pero un poco bueno. Es lo que es y punto.

¿Y qué es? Ahí radica lo grande de la película. Lo fácil sería decir que un hijo de puta con pintas. Lo rebuscado pero no desacertado, que es un mal necesario y persistente. Yo... No sé qué decir, más allá del profundo desprecio que me provocan. Para mí la clave está cuando al personaje de Cage le critican por ganarse la vida haciendo lo que hace y él se excusa alegando que si no lo hace él lo hará otro, que mercadea con armas porque se le da bien y que él no mata, sino que vende su mercancía y nada más. Con esas tres razones se explica a la perfección un concepto que también aparece en la película y que define lo que es un traficante de armas: genocida solitario.

Más allá de cómo sean uno por uno, sus rasgos generales son los de tipos que optan voluntariamente a esta dedicación, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia ni moralidad, pero con un alto sentido del sacrificio por el trabajo, o de la riqueza. Y sin embargo, me temo que su figura es, en efecto, persistente. Son los verdaderos genocidas posmodernos, por decirlo de algún modo, asesinan en masa y nadie dice nada, ni siquiera se conocen sus nombres. Son la hez de la humanidad, pero como tal, son provocados por ésta siempre que acude al baño. Y seguirá creándolos. Unos morirán, otros se transfigurarán en filántropos, pero los nuevos ocuparán las vacantes, no hay duda. Como los verdugos de Berlanga. Tiemble usted después de haber reído.

Unos diréis que es hipócrita, o miserable, afirmar que los traficantes de armas son necesarios. Otros diréis que es hipócrita, o bienpensante, decir que es posible un mundo sin ellos. Yo, sinceramente, dudo incluso que se pueda hablar de hipocresía en uno u otro caso.

Hace unos días Susie me comentaba que había multitud de cosas extrañas en el mundo que le inspiraban miedo. Y es que, en mi opinión, y viendo aspectos como éstos, es la propia humanidad la que da miedo. Lo único que se puede hacer ante esto es perder ese pavor y diseccionar la historia humana como un biólogo a una rana. Y tener calma, mucha calma...

PD: si queréis hablar de la peli en sí, hablamos, porque hay tela que cortar (la Historia de una bala de los títulos de crédito, sin ir más lejos).