
Lo escribí hace demasiado y llegué aquí con el manuscrito como única pertenencia. Años atrás lo rompí en un ataque de dolor, furia y locura, aunque a lo mejor fue sólo locura. Por desgracia, aún lo recuerdo tal como era:
“Hoy, ahora, mueres. Tus ojos se quedan mirándome, inexpresivos. Tu cabeza se apoya ahora con más fuerza sobre el cojín cuyo forro cosiste hace años. Tu mano derecha ha quedado enlazada con mi zurda. De manera que es así como acaba todo, como acabamos todos, como acabas. Con frío; estoy congelada de frío, ésas fueron tus últimas palabras. Te traje una manta, la de cuadros rojos y negros, que es la que más abriga. Antes te había peinado, no muy bien, la verdad, tan sólo repasé un poco esa melena plateada. No te gustaba que lo hiciera, ni siquiera hoy, lo siento. Yo esperaba que esto acabara pronto pero nunca te lo dije, ya tenías tú suficiente. Pero seguro que también lo sospechabas. Desconfiaste de esa mejoría que tuviste ayer y anteayer, porque habías visto muchos moribundos en tu vida –tantos…- y sabías que, cuando esto ocurría, no presagiaba nada bueno. Anoche lloraste, seguramente porque te sabías ya muerta, tus ojos te delataron. Tus ojos y la almohada, empapada sin haber sudado. No hay nada –ya te lo dije una vez- que me duela más que verte llorando, ni siquiera tu misma muerte. Ésta es inevitable, pero la causa de tus lágrimas (quizás) no. Al final nos quedamos solos, tú y yo, no podía ser de otra manera; esperaste a que los demás se fueran a casa, querías un último momento de intimidad y lo conseguiste. No hubo tiempo de despedidas, de lloros blandos, ni de adioses o hasta luegos (tú habrías dicho hasta luego; yo no habría contestado); hasta en eso miraste una última vez por mí, un último sacrificio. No me obligaste a pasar por un momento tierno porque ya sabes cuánto los odio, pero lo cierto es que, en este caso, no me habría molestado. Hasta en eso acertaste: ya me echarás de menos y no podrás hacer nada para solucionarlo, decías a menudo, y yo reía. Hoy, ahora, tu mano en la mía, tu mirada en la mía, comprendo mi equivocación”.
No sé si fue el principio de todo esto. No sé si fue el principio de todo. No sé si fue el principio. No sé si fue. No sé. No.
“Hoy, ahora, mueres. Tus ojos se quedan mirándome, inexpresivos. Tu cabeza se apoya ahora con más fuerza sobre el cojín cuyo forro cosiste hace años. Tu mano derecha ha quedado enlazada con mi zurda. De manera que es así como acaba todo, como acabamos todos, como acabas. Con frío; estoy congelada de frío, ésas fueron tus últimas palabras. Te traje una manta, la de cuadros rojos y negros, que es la que más abriga. Antes te había peinado, no muy bien, la verdad, tan sólo repasé un poco esa melena plateada. No te gustaba que lo hiciera, ni siquiera hoy, lo siento. Yo esperaba que esto acabara pronto pero nunca te lo dije, ya tenías tú suficiente. Pero seguro que también lo sospechabas. Desconfiaste de esa mejoría que tuviste ayer y anteayer, porque habías visto muchos moribundos en tu vida –tantos…- y sabías que, cuando esto ocurría, no presagiaba nada bueno. Anoche lloraste, seguramente porque te sabías ya muerta, tus ojos te delataron. Tus ojos y la almohada, empapada sin haber sudado. No hay nada –ya te lo dije una vez- que me duela más que verte llorando, ni siquiera tu misma muerte. Ésta es inevitable, pero la causa de tus lágrimas (quizás) no. Al final nos quedamos solos, tú y yo, no podía ser de otra manera; esperaste a que los demás se fueran a casa, querías un último momento de intimidad y lo conseguiste. No hubo tiempo de despedidas, de lloros blandos, ni de adioses o hasta luegos (tú habrías dicho hasta luego; yo no habría contestado); hasta en eso miraste una última vez por mí, un último sacrificio. No me obligaste a pasar por un momento tierno porque ya sabes cuánto los odio, pero lo cierto es que, en este caso, no me habría molestado. Hasta en eso acertaste: ya me echarás de menos y no podrás hacer nada para solucionarlo, decías a menudo, y yo reía. Hoy, ahora, tu mano en la mía, tu mirada en la mía, comprendo mi equivocación”.
No sé si fue el principio de todo esto. No sé si fue el principio de todo. No sé si fue el principio. No sé si fue. No sé. No.
No hay comentarios:
Publicar un comentario