sábado, 24 de febrero de 2007

Inland Empire

Acabo de ver Inland Empire y me moría por escribir ya en este blog acerca de Lynch. No quiero y creo que tampoco debo ordenar mis pensamientos en torno a la película, así que los voy a ir soltando según me viene. No destriparé la peli porque, sinceramente, no sé de qué coño va (y no es una pose de guay, es así). En otros posts ya me pondré más académico, pero con este tema me es imposible. Allá voy:
1. Primera idea tras verla: en esencia, es una versión corregida y aumentada de Mullholland Drive. En cuanto al espíritu, no al contenido. Más llevada a los límites. Donde allí seguías el hilo durante media película, aquí te has olvidado de buscarlo al cuarto de hora (y no conviene olvidar que Inland dura una hora más que la ya de por sí extensa Mullholland). Si en ésta había diez momentos sobrecogedores, en aquélla hay mil. Si en Mullholland te morías de miedo en un instante en concreto (el monstruo escondido), aquí hay cuatro aún más espeluznantes. Si te confundías con realidad y sueño, prueba en Inland a mezclar varias realidades, varios sueños, varios tiempos, varios espacios. Una y otra vez. Repetimos. Y encima te cuela unas cuantas de las escenas más intensas que he visto en mi vida (al estilo de la escena de la prueba de guión de Mullholland o la del Club Silencio)

2. No sé de qué coño va, es cierto, pero sí sé (lo veo, vamos) que todo tiene sentido, aunque no lo conozca aún, como en sus obras anteriores, lo que obliga a descubrirme ante semejante bestia de la naturaleza. ¿Recordáis la sensación que teníais al ver Primer? ¿Esa placentera impotencia de ser incapaces de seguir lo que os contaban? Pues aquí elevadla al cubo y a lo mejor os aproximáis.

3. Vi la película en los Verdi (Metro Canal). Vale. Cuando iba por Alvarado aún notaba los latidos del corazón acelerados. En serio. Jamás me he cagado tanto. Y eso que he visto unas pocas pelis de terror. Pero claro, ¿qué es ese terror al lado de la posibilidad que ofrece Lynch de sumergirte en una pesadilla conscientemente?

4. A pesar de no saber de qué va, insisto, y como acostumbra este tipo, despierta en ti los mismo conceptos de siempre. Bondad absoluta, maldad absoluta, redención, sacrificio, soledad, confusión, angustia.

5. Absolutamente obligatoria la opción de verla en cine. Qué sonido más devastador. Si os decidís a ir, no dudéis en decírmelo.

6. Si buscas entretenimientos convencionales y fáciles de digerir, ve una de Ron Howard. Si quieres una tormenta de sensaciones extremas irracionales, llamad a Lynch.

7. Seguirá pasando con Lynch como con el Cherry Coke. Preguntadle a alguien al que no le gusta este director sobre Inland Empire y dirá "puta mierda". Preguntadle a alguien al que le gusta: "Gloria bendita", responderá.
[Claro que yo sería el único que diría eso en referencia al Cherry Coke].


Seguiré escribiendo cosas al respecto, pero por ahora vale.
PD: Por si no ha quedado claro, en mi opinión ver esta genial película es una experiencia única. He dicho.

miércoles, 14 de febrero de 2007

lunes, 12 de febrero de 2007

El genocida solitario


No deja de ser curioso que, debido a una ausencia por viaje de placer, no pudiese escribir antes este post que tanto habría gustado a los alegres e inocentes jovenzuelos que han visitado últimamente este blog (o mejor dicho este post, véanse sus comentarios, a los que son libres de responder los aludidos, por supuesto). Nada me molestaría más que se viesen estas líneas como una claudicación ante su buenrollismo no ilustrado. Pero en fin, metámonos en faena.

Temo a Nicholas Cage. Tiene sus cositas buenas, como Arizona baby, Face off o Asesinato en 8 mm (ésta ya no es para todos los paladares, pero en fin...), pero gusta generalmente de recrearse en la ponzoña más maloliente (lo de Con air es para analizarlo con muchísima frialdad) sin ningún pudor. Por eso me extrañó que protagonizara Lord of war. Y que además la produjera me dejó a bolos, como dice aquél, o aquélla.

Porque no siempre se ven películas con un contenido tan incómodo, pero menos aún con tantos medios. Lord of war es el retrato de un traficante de armas, pero sin tonterías. El protagonista no es malo pero un poco bueno. Es lo que es y punto.

¿Y qué es? Ahí radica lo grande de la película. Lo fácil sería decir que un hijo de puta con pintas. Lo rebuscado pero no desacertado, que es un mal necesario y persistente. Yo... No sé qué decir, más allá del profundo desprecio que me provocan. Para mí la clave está cuando al personaje de Cage le critican por ganarse la vida haciendo lo que hace y él se excusa alegando que si no lo hace él lo hará otro, que mercadea con armas porque se le da bien y que él no mata, sino que vende su mercancía y nada más. Con esas tres razones se explica a la perfección un concepto que también aparece en la película y que define lo que es un traficante de armas: genocida solitario.

Más allá de cómo sean uno por uno, sus rasgos generales son los de tipos que optan voluntariamente a esta dedicación, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia ni moralidad, pero con un alto sentido del sacrificio por el trabajo, o de la riqueza. Y sin embargo, me temo que su figura es, en efecto, persistente. Son los verdaderos genocidas posmodernos, por decirlo de algún modo, asesinan en masa y nadie dice nada, ni siquiera se conocen sus nombres. Son la hez de la humanidad, pero como tal, son provocados por ésta siempre que acude al baño. Y seguirá creándolos. Unos morirán, otros se transfigurarán en filántropos, pero los nuevos ocuparán las vacantes, no hay duda. Como los verdugos de Berlanga. Tiemble usted después de haber reído.

Unos diréis que es hipócrita, o miserable, afirmar que los traficantes de armas son necesarios. Otros diréis que es hipócrita, o bienpensante, decir que es posible un mundo sin ellos. Yo, sinceramente, dudo incluso que se pueda hablar de hipocresía en uno u otro caso.

Hace unos días Susie me comentaba que había multitud de cosas extrañas en el mundo que le inspiraban miedo. Y es que, en mi opinión, y viendo aspectos como éstos, es la propia humanidad la que da miedo. Lo único que se puede hacer ante esto es perder ese pavor y diseccionar la historia humana como un biólogo a una rana. Y tener calma, mucha calma...

PD: si queréis hablar de la peli en sí, hablamos, porque hay tela que cortar (la Historia de una bala de los títulos de crédito, sin ir más lejos).