miércoles, 11 de abril de 2007

Viento y grietas 2


Hay un cuento, o una metáfora, o un texto sagrado en el que un hombre mata a otro –su hermano- movido por la envidia. Un crimen terrible, paradigmático, ideal para una moraleja gracias a su meridiana claridad. Este hombre es condenado a marchar estigmatizado y despreciado el resto de sus días. ¿Loki o Caín? Loki permanecerá atado bajo una serpiente de cuyos colmillos goteará veneno sobre sus ojos toda la eternidad y sólo tendrá a su mujer, Sigyn, para recoger cuantas gotas pueda antes de que se precipiten sobre su marido. Aun así, Loki nunca se arrepentirá de la muerte de Balder (muerte que, además, provocó por diversión). Es el tesón vikingo, la bravura ante su final. Por el contrario, Caín, tras ser condenado, dice: “Mi castigo es insoportable”. La evolución lingüística hebrea hará que Caín cambie de opinión: “Mi pecado es insoportable”. Es el sentimiento de culpabilidad arraigado en el cristianismo y judaísmo desde el pecado original. Mersault acabó hace menos eternidades con la vida de otro hombre en una playa. En el juicio pareció declararse extranjero de la humanidad, como perteneciente a la que debería ser la mejor sociedad, la sociedad de Mersault. Hace tiempo, no recuerdo cuánto, creo que también acabé con la vida de alguien. No sé si, justo tras la condena, acepté mi castigo sin arrepentimiento –como Loki- o si lloré lastimosamente mi pecado –como Caín-, pero supongo (y casi aseguro) que no me comporté del modo también metafórico pero autista de Mersault. Sólo recuerdo que sentí. ¿Cuántos años llevaré ya aquí?

1 comentario:

Antonio dijo...

El pecado ¿original? ¿Has oído la historia griega de Heracles que soporta por Atlas el peso del mundo a cambio de... una manzana prohibida del árbol de Hera custodiado por la serpiente Ladón?

Me gusta el experimento de la celda. Restringir el espacio y extender el tiempo. Bien, bien.