
Siempre abajo, siempre la mirada gacha. Los complejos, la falta de adaptación, los deseos nunca satisfechos y la deriva como forma de vida. Hay tanto dolor contenido en cada una de sus planchas que la conexión con el lector es desaforada, brutal, desproporcionada. No sé si es la melancolía de las miradas y las sombras, si la planificación de página apocada o el estilo lánguido, perturbador de frío; pero consigue volcarte dentro de todos y cada uno de los personajes, porque no hay buenos y malos, sólo colores de tristeza, latente o manifiesta en principio, siempre presente al final de todas sus historias. Entra como un torrente de decepción en la vida de sus personajes y los deja ahí, girando sobre ellos mismos, como una peonza, no los hace parar; el punto final está párrafos antes del último punto y aparte de la realidad. Y a todos los que aparecen en sus obras les afecta, repito, hasta al más accesorio, aunque no salgan más que en dos viñetas, porque la tristeza es el más contagioso de los males humanos. Y hay miedo, miedo a la soledad y al día siguiente, de ahí los ya nombrados falsos finales, y sobre todo a la rutina, presencia habitual en sus relatos, porque es la muerte en vida, la ausencia de movimiento: el estatismo, cualidad formal constituyente de su obra, las viñetas. Es decir, tiene miedo a lo que hace, no está seguro de nada salvo de su supervivencia, la suya y la de su desarraigo. De ahí su lenta producción: alarga sus períodos vitales, evita tener que pensar que mañana será otro hoy y que eso mismo lo lleva pensando tantos ayeres que ya no merece la pena recordarlo. Nosotros, en cambio, egoístas patológicos, cambiaríamos sin dudarlo un poco más de su sufrimiento por otra entrega de su imaginación.
Adrian Tomine, el Raymond Carver de los cómics, ha visto publicados en España dos volúmenes capitales de su obra en los últimos meses: Rubia de verano y Optic nerve. Se recomienda no mezclar con el anterior comentario si no se quiere inferir en tendencias claramente suicidas. Gracias.
3 comentarios:
What we talk about when we talk about us. Espléndida representación de la piscina de mediocridad en que nos hundimos, en que nos ahogamos de placer abotargado.
Si crees que estás bañado en la perplejidad voy a tener que dejarte alguna de las cosillas de tomine. es verdaderamente increible cómo te contagia el desapego de todos sus personajes. Las historias comienzan ya acabadas,con los personajes diciéndose un triste what the fuck...? respecto a su soledad sin solución y a cómo han llegado a ese punto. Al acabar de leerlas puedes tardar muuucho tiempo en dejar ese terrible sentimiento de desapego, así que es mejor adentrarte en él un día que estés de buenas. Salud
Lo peor que te puede pasar con un personaje no es comprenderlo, es interiorizarlo. Si has tenido vivencias parecidas acabas por convertirlo en un compañero de desgracias, le coges aprecio, y por si fuera poco el revivir tus penurias, te quedas hecho polvo si al personaje le ocurren más coas malas.
Es de agradecer que los personajes, aunque sean secundarios, estén cuidados y trabajados.
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