A pesar de que hay excepciones, creo que el boxeo como espectáculo acabó hace tiempo. Tengo hacia este deporte un sentimiento cuasi romántico (y mira que parece difícil) y siempre acabo por relacionarlo con la mística de épocas pretéritas, quizás a causa del blanco y negro de Toro salvaje, o porque encuentro incoherente un combate que no se celebre en un casino de Las Vegas con luces chilllonas y tenga por asistentes a alegres horteras bañados en cocaína que disimulan sus ojos irritados en enormes gafas ahumadas y su lamentable estado físico entre chaquetas de satén y busconas oxigenadas. Algo raro tiene el ring de boxeo, su particular maldición, que provoca siempre un magnetismo que atrae sólo a los famosetes con ganas de figurar y a la peor escoria de cada sociedad. La última vez que vi por la tele un combate de boxeo vi entre el público a Javier Bardem, incluidle en cualquiera de los grupos anteriormente mencionados.
Nada que ver, no obstante, con los famosetes que acudían antes. Claro que tampoco eran los mismos boxeadores. En la primera mitad de los setenta coincidieron Ali, Foreman o Frazier, por decir algunos. Curiosa época la de los setenta, ávida de líderes de pensamiento, que llevó incluso a fijarse en un animal como Ali para erigirlo en calidad de gurú. Martin Luther y Ali, tanto monta, vamos. Algo así como si eligiéramos nosotros de portavoz a Poli Díaz, ese potro; salvando las distancias, por supuesto. Es gracioso contemplar, asimismo, cómo los dirigentes blanquitos del espectáculo, desde su poltrona, decidieron potenciar esa idea, para que fuera asimilada por todos, blancos y negros, y el beneficio fuese mayor.
Ya tenían a Mohammed Ali, a.k.a. Cassius Clay, el rebelde negro musulmán converso, estandarte de los derechos humanos y el black power, dotado de una verborrea ofensiva y, por qué no decirlo, bastante excesiva, gustoso de pavonearse con su rollo de las mariposas que vuelan y las avispas que pican, muy zen todo. Pero les faltaba el otro tipo de negro. El hijo del tío Tom, el de la cabaña, el negrito bueno, tontorrón y analfabeto que recoge la siega por la mañana y practica vudú por la noche. Y lo encontraron en la figura de Joe Frazier. Sólo les quedaba vender la historia y generar dinero.
A Ali le encantó la movida, porque formaba parte de ella y estaba como pez en el agua, pero a Frazier como que le entrejodía bastante, porque no tenía ni idea de por qué le habían encalomado ese sambenito. El caso es que prepararon el combate y la expectación fue enorme.
Los famosetes querían figurar y no sabían cómo, así que sólo unos pocos privilegiados consiguieron acreditarse como reporteros para presenciar el combate (Norman Mailer de redactor y Frank Sinatra, el de New York y tal, de fotógrafo).
Desde un extremo del ring, Ali le decía de todo a Frazier, que le miraba callado. Cuando el combate empezó, quedó claro que, en efecto, no eran dos negros iguales. Ali, alto, de rasgos suaves, clavaba directos potentes y veloces. Frazier, una mole retorcida y chaparrita, cargaba su brazo lentamente para dar -perdón, pero es la expresión más acertada- hostias como panes. Ninguno de los dos se defendía, simplemente atacaban y atacaban. Eso sí, Ali, entre golpe y golpe, seguía poniendo a parir a su rival. Los rounds fueron pasando y, sorpresa, no sólo Ali no había tumbado a Frazier, a pesar de la cara destrozada de éste, sino que el negrito bueno le estaba dando a base de bien al pantera negra. Al acabar un round, hacia la mitad del combate, Ali, un tanto fatigado, seguía insultando sin parar a Frazier, mientras éste, en mitad del cuadrilátero, sin hablar, le hacía gestos para que fuera allí y se lo dijera a la cara. En ese momento, creo sinceramente que Ali se acojonó.
Frazier no cedió y siguió armando el brazo y lanzando puños descomunales a los riñones de Ali. El resto es mejor que lo veáis vosotros mismos, aunque sólo sea por tener el placer de ver el bocazas de Ali tambaleándose así. Os incluyo en el primer vídeo los round 10 y 11 (ojo al final de este último) y la caída de Ali. En total son veinte minutos, pero merecen mucho la pena. El combate entero, si os interesa, está en youtube.
Hoy uno vive entre los temblores del Parkinson y otro malvive en un cuartucho de un mísero gimnasio al más puro estilo Million Dollar Baby.
Qué tiempos, anyway...
martes, 23 de enero de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
Bueno, George Foreman malvive vendiendo parrillas eléctricas en el Teletienda... al menos vivir en la pobreza dandole la brasa a los jóvenes flipados en un gimnasio de barrio no disolverá tan rápidamente la leyenda de Frazier.
¿Está harta de cocinar? ¿Quiere deleitar a su familia con una sana y deliciosa bbarbacoa?
PARRILLAS ELÉCTRICAS FOREMAN
Foreman, el de las parrillas
Frazier, el boxeador acabado (mucho mejor)
Bueno lo que no se puede negar es que Ali se movía con mucho más estilo. Ademas el amigo Cassius le pegó bien a parrillas Foreman.
Apuntes:
1. A pesar de ello, preguntado Frazier acerca de quién había sido para él el mejor boxeador con el que había combatido, no dudó al elegir a Parrillas Foreman (con un innovador sistema que elimina las grasas al inclinar la parrilla para que se caiga el aceite, el no va más), por ser el que más duro golpeaba.
2. Éste combate fue llamado "El combate del siglo", término que se ha ido deteriorando con el tiempo conforme se acercan nuevos partidos Real Madrid-Barcelona,por ejemplo. Se enfrentaron en otras dos ocasiones. La última de ellas, cuando ya eran pelín veteranos, fue el llamado "Thrilla in Manila" (el nombre ya acojona), y cuentan que pocas veces dos boxeadores se han maltratado tanto dentro de un cuadrilátero (fuera ya es otra cosa). Al final, Frazier no veía nada porque los hematomas le tapaban los ojos y lanzaba los puños al aire, aunque alguno acertaba en un Ali que estaba a punto de caer inconsciente. Cuando ya le tenía a punto de caramelo, el capullo del entrenador de Frazier tiró la toalla porque temía por la vida de su pupilo. "Nadie olvidará lo que habéis hecho hoy", le consoló. Sí, ya. ¿Quién coño se acuerda hoy de Frazier?
3. Viendo el post anterior, podría decirse que existen paralelismos entre The prestige y Ali-Frazier: Ali es Jackman, el hombre espectáculo, que vende más de lo que ofrece, y Frazier es Bale, el artesano que no se come ni un pimiento. Claro que Ali era mejor boxeador que Jackman mago. Mucho mejor.
4. http://www.as.com/articulo/deporte/Joe/Frazier/sobrevive/duras/penas/Filadelfia/dasmas/20061025dasdaimas_9/Tes/
Por cierto Kaplan bonita reactivación del blog, no me había enterado hasta ayer noche. Me gustó mucho la paja que te cascaste con Michael Mann. El del Truco final o The prestige cuando la vea te digo cosas, muchas cosas.Saludos, a ver si le veo el pelo, y no solo la letra.
Creo que he de tomarme tu comentario sobre mi post de Mann como algo favorable. Y me verá prontamente el pelo, me temo, aunque siempre esté usted diciendo que parece el de un gay redomado. No se lo tomo en cuenta por todos los años compartidos. Si no, conocería de primera mano el significado de la palabra dolor. Aunque creo que de dolor ya sabe un rato. De dolor costal, más concretamente. Cuídese, que ya tiene cierta edad, no vaya a convertirse en un Ali prematuro.
Kaplan, su respuesta a The Prestige y más cosas que no cabían aquí, en mi blog. Necesito saber cómo manejas la ampolla cerebral. Saludos.
Bueno a mi me parece que el espectáculo todavía no ha acabado porque mi tío fue a un combate el otro día y le pusieron un mandil por si le saltaba la sangre.
En cuanto a este combate creo que esta sobrevalorado y seguro que hay alguno mejor o más intenso. Por otra parte creo que el señor Kaplan está flipao con el juego de XBox de boxeo y se ha leido el artículo de Mailer sobre el combate contra Foreman.
No es asín?
hace no mucho salió una entrevista a Frazier, no sé si en el Pais, en el que Frazier seguía manteniendo q si su entrenador no hubiera tirado la toalla, hubiera vuelto a ganar a Ali. y eso de gimnasio de mala muerte, no es pa tanto.
Salió en el As, creo recordar que durante dos días. Y a lo que me refiero con lo de "gimnasio de mala muerte" es para recalcar el contraste que existe entre la leyenda existente en torno a Ali (más allá del lamentable Parkinson) y la mediocre realidad de Frazier. Y gracias por tu aportación, anónimo, espero verte más por aquí.
Publicar un comentario