
Tras tirarse unos cuantos años como ayudante de directores como Kitano, este feo nipón decidió volar del nido y establecerse como agitador artístico con plena dedicación, aunque eso supusiera vagar con sus primeras películas bajo el mortecino fluorescente que alumbra los estrenos que van a parar directamente al videoclub. Pero eso no hizo cejar en su empeño a Miike, que, armado de un valor encomiable, se echó al monte y se empeñó en estrenar varias obras en el mismo año (y cuando digo varias me refiero a cinco o seis).
Pronto se ganó una vitola de terrorista fílmico que le empujó al circuito europeo de videoclubs, tan mugriento o más que el japonés, pero que, de forma indudable, aporta más caché entre los talibanes cinéfilos. No obstante, había algo en Miike que le apartaba de la bazofia más inmunda del resto de estrenos de serie B: sus películas eran arriesgadas, ya no sólo en cuanto al tratamiento de la violencia, sino en cuanto a la mezcla de géneros y la forma en la que resolvía las escenas. Era cierto, a pesar de todo. Miike era un buen director.
Además, su efervescencia creadora era también cualitativa. Cada vez dirigía mejor, cada vez arriesgaba más, cada vez le importaba menos lo alejado que quedara del cine mainstream, cada ve se inclinaba más por reflejar sus obsesiones y sus influencias. Y así, hoy en día, tenemos en Miike al más importante director japonés del momento (una vez que Imamura acaba de morir), venerado por todos los entendidillos de Hollywood en materia de transgresión y friquismo: Tarantino, Eli Roth (ese cameo inquietante en Hostel)…
¿Qué ha hecho este hombre para merecer eso? Como es natural en este país tan nuestro, la única película suya que ha tenido cierta repercusión en nuestras carteleras ha sido precisamente una de las más flojas, Llamada perdida, un intento de sátira no demasiado conseguida y menos aún entendida (esa chica que se sabe condenada y, tras pedir ayuda lo único que consigue es que retransmitan su muerte en directo) del terror japonés ya comentado hace unos posts por aquí mismo. Por supuesto aquí se vendió como una más de la Factoría Zuzto, así que el fracaso comercial consiguiente hace difícil que se vuelvan a arriesgar con el entrañable Takashi. Lo único que nos queda es acudir a la Fnac para hacernos con delicias turcas como ese corpus unido sólo por el absurdo que es la trilogía Dead or Alive (que, tras unos diez primeros minutos impresionantes, brutales, geniales, excesivos y nunca vistos, contiene homenajes al cine de yakuzas y Blade Runner pasando por bellos recuerdos de infancias perdidas sin olvidar por ello marcianas referencias a Bola de Dragón, por ejemplo), la desconcertante Audition (con dos mitades opuestas; una preciosa, la otra enferma), esa traslación de Scarface al mundo de la mafia japonesa que es Cementerio yakuza (mucho más adecuado el original Graveyard of honor), o la excesiva -incluso entre esta serie de pelis que estoy haciendo- Ichi the killer. Dejo para el final las dos que más me han impresionado, que además son de las últimas que ha realizado: Gozu, una vuelta de tuerca al universo de David Lynch y Cronenberg, pero con un surrealismo tan pasado de revoluciones que lo emparenta en ocasiones con Buñuel; y la definitiva Visitor Q (que es de donde procede el título de este post). En internet podréis leer que es la más extrema de todas las películas de Miike, y lo cierto es que, en principio, el cartel que ofrece es para hacérselo mirar. Y es que el chico no ha escatimado esta vez en gastos: incesto, necrofilia, humor absurdo y nihilismo parental rodado de modo amateur en formato digital. Sin embargo, esto que en principio daría como resultado una basura despreciable acaba siendo de forma sorprendente una exaltación de la figura de la madre en particular y de la unión familiar en general. No me preguntéis cómo, pero es verdad. Una vez más, Miike se ríe de todo cuanto le rodea y se sirve de nuestros tabús y miedos para sorprendernos con el mensaje contrario al esperado por morbosos y cretinos.
Ésa es la clave del cine Miike: las vueltas de tuerca inesperadas en el fondo o en la forma. Ahí tenéis unas cuantas recomendaciones. Ahora sólo falta que os atreváis con él.
8 comentarios:
De Miike solo he visto Ichi,y aparte de las burradas que están muy bien,no me dijo mucho más...Visitor Q me apetece bastante,eso sí.
Y Larry Clarke,como Solondz,sabe escarbar en el bizarrismo cotidiano de una forma muy desagradable,que es de lo que se trata.Ve Palindromos en cuanto puedas
Para mí Solondz no tiene nada que ver con Clark. Mientras éste se contenta con mostrar una escena escabrosa porque sí, Solondz opta por humillar a sus personajes, por escupirles en la cara delante de toda su familia, por odiarles por ser como él. En uno hay esteticismo y griterío, en el otro hay resentimiento y crueldad. Me quedo con Solondz, aunque reconozco que lo de Ken Park es punto y aparte (no digo que sea buena, que conste)
De vuelta al bloguerio freak. Sólo quería puntualizar que, Ichi the killer, es la adaptación de un manga muy bruto por lo visto, y digo por lo visto porque si "alguien" me hubiera dejado la película pues ahora sabría de lo que estoy hablando. POr otra parte quedé encantado con Dead or Alive 1, que es una "brutada" de las gordas, y no tanto con DOA 2, que si bien es más lenta, también es verdad que es más bonita por así decirlo. En cuanto a Gozu y VisitorQ las pongo en lista y a ver. Me despido intuyendo lo que se avecina.
Ah y tengo que ver DOA3. Ahí lo dejo caer.
PD: Takashi Miike tiene cabeza de hormiga.
pues mira tu por donde yo opino que Clark sabe apuntar cuando retrata la adolescencia.Es un cabrón,pero no me parece gratuito en absoluto.Al final del edén es un ejemplo de lo que digo,un viaje inciático cruel y bastante realista donde la violencia es jodida y poco atractiva.Y todavía no he visto ken park para saber hasta que punto se le va a este hombre
Entre Larry Clarke y Solondz, prefiero el segundo, aunque solo he visto una pelicula de cada uno. Aunque pillarle el gusto a Solondz tiene agallas, mientras q Clarke es un hijo de cuzco y dilasa.
Miike es un genio que podría llegar a mucho más: como muestra DOA II, su parte de la infancia le da mil vueltas a mucha de las cosas que he visto y los 5 primeros minutos de DOA I son la envidia de cualquier directos.
En mi casa tengo Cementerio Yakuza, pero Los Soprano tiene preferencia, me pasa lo mismo entre Palaniuk y Arturo Barea.
Críptico comentario el de El Nene, que seguro entenderán aquellos que no sean él o yo. Sobre todo lo de Palahniuk o Barea. Es como si digo que Ganzúas se pone muy guapo cuando juega al GTA: San Andreas (no es para hoy, ya te avisaré cuando salga). Todo el mundo lo ha entendido.
Así da gusto.
Sólo es críptico el último parrafo, pero es que estaba pensando en mis cosas (no como ahora que estoy plenamente centrado en el curro)
PD: Gus está igual de feo siempre, incluso un poco más cada vez q se corta el pelo.
PD 2: andas más disperso que el Nesquick, se te llama a casa y al movil y nanai.
PD 3: he vuelto a darle al Beefeater después de lo de Gales y ahora recuerdo xq lo abandoné
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