jueves, 6 de abril de 2006

Él conoce vuestros miedos

Cuando, de repente, la narración se interrumpe al poco de empezar y se ven pasar las hojas de un libro grabadas con una película sobreexpuesta bajo las primeras notas de una opresiva versión del Closer de Nine inch nails, comprendes que algo ha cambiado. Lo que estaba empezando como una película de detectives de tono misterioso pega de pronto un salto no visto hasta entonces. Algunos estetas con vocación de videoartistas lo habían intentado a lo largo de los ochenta con una suerte muy desigual (Adrian Lyne, Russell Mulcahy, los hermanos Scott). Sin embargo, con ese comienzo opresivo y escalofriante no sólo comenzaba Seven, sino que se abrían las puertas a una nueva aportación cinematográfica: la de las técnicas de un género ya maduro (el videoclip) entendidas ahora no sólo como efectos sino como contenido en sí mismas.
En los títulos de Seven estaba concentrada toda la historia que se desarrollaría en el resto de metraje, pero también el rock industrial y dañino de Trent Reznor, la estética visual de Dave McKean y, por supuesto, el estilo visual barroco y asfixiante del director, David Fincher. A diferencia del apestoso histerismo de Mulcahy o el esteticismo vacuo de Lyne, Fincher sí había decidido que tenía algo que contar: quería hurgar con su estilete en los miedos propios del anquilosado hombre occidental.
Curtido en colaboraciones con el pequeño Reznor, tuvo su primera oportunidad de meterse en el mundo del cine cuando le ofrecieron realizar la tercera entrega de Alien. Aun resultando fallida en comparación con el resto de la saga, el Fincher primerizo se las arregló para mostrar los miedos de una comunidad cerrada (los residentes en el planeta-presidio) ante la introducción de un extraño (una mujer, pero también un alien); un tema que Crash trata en la actualidad de una forma más evidente y constante.
A diferencia de muchos otros directores de videoclip que se estrenan en el cine con discretos resultados, Fincher se encontró con un guión de David Koepp que casaba a la perfección con sus ideas: un psicópata que, harto de la hipocresía que mancha cuanto le rodea, decide aplicar siete castigos ejemplares. La intensidad con la que se rodó Seven, junto con las interpretaciones (en especial de Kevin Spacey), la fotografía de Darius Khondji y el traumático final, acabaron por catapultar a su joven director al estrellato de un Hollywood artrítico, al tiempo que generaba la producción de cientos de malas imitaciones.
El siguiente paso fue despojar al prohombre americano de cuanto tenía y enfrentarle con su verdadera naturaleza y con la falsa realidad más realista que pueda imaginarse en The game, museo de los espejos que suscita unos sentimientos encontrados que terminarían cristalizando con su siguiente obra: El club de la lucha. La mezcla de Fincher y Palahniuk (dos de los más grandes genios destroyer del momento) resulta explosiva, ambigua, crispante, polémica, anárquica, genial. La conclusión que arroja a la sociedad: nenitas, no estáis preparadas para la vida, no tenéis los cojones necesarios, dejadme que yo os abofetee un poquito para que espabiléis.
Como terapia ante la neurosis que produjo el contacto con Palahniuk, Fincher optó por una obra más relajada pero no menos redonda, una que mostrara que nuestra protección es nuestra cárcel, que somos presos de nosotros mismos, que estamos solos (y muertos, que diría Miller) y ésa es la única verdad. La llamó La habitación del pánico.
En unos meses, Fincher continuará la autopsia a la especie humana con Zodiac, una reconstrucción de los asesinatos del Zodiaco desde el punto de vista de los periodistas que siguieron el caso. No hace falta que os diga que hay que verla sin falta, ¿verdad?

David Fincher, forense metido a director, continúa meditando cómo meter mano a los males de una sociedad decadente hasta lograr que escueza con rabia sin tener que salir de un anonimato muy beneficioso para sus disecciones.

26 comentarios:

Pablo dijo...

Bueno, eso de los miedos es algo muy relativo. A mi me parece que a los norteamericanos les pueden acojonar mucho esas películas, pero en nuestra sociedad se quedan en una ficción. No me parecen terroríficas, lo cual no quiere decir que no sean buenas. De las pelis que citas me quedo con El club de la lucha, a bastante distancia de las otras -sobre todo de La habitación del pánico, que es muy floja-.

Mr. Kaplan dijo...

No se trata de que él nos acojone, pablo, sino que muestra nuestros puntos flacos. y yo casi estaría por quedarme con seven, pero no estoy muy seguro...

GANZUAS dijo...

Es cierto que la habitación del pánico es un pelo más floja que las demás, pero si bien, desde mi punto de vista, es más escasa en el contenido, la forma no deja de tener ese halo de Fincher que atrae irremisiblemente. Yo, personalmente, no me canso de ver ninguna de sus películas una y otra vez. Seven, The game(con dudas iniciales eso sí),El club de la lucha son películas que te tocan los cojones para bien o para mal. Y bueno Alien 3 es harina de otro costal. Los videoclips que hace este tio están de puta madre; y además como dice el amigo Kaplan, otros han intentado cosas parecidas y no le llegan al betún.¿Se nota que me gusta?.

GANZUAS dijo...

Oye Kaplan lo de la inspiración en Dave McKean ¿es teoría tuya o está comprobado?. Porque eso es mucho amigo.

Anónimo dijo...

Haces bien citando a Lyne,pero creo que es importante citar La Escalera de Jacob,un precedente estético que también transmitía esa sensación putrefacta que da seven(y la de Jacob me siga acojonando mucho más que casi cualquier otra película).Creo que tiene bastante en comun(argumento,estética,dramatismo histérico,el final) con casi toda la filmografía de fincher.

Y el Mulcahy ese es un payaso más que saca versiones de mierda sobre blockbusters.

Fincher es para meditarlo largo y tendido.Lo que más disfruto de sus peliculas es de la claustrofobia que sabe transmitir,de los juegos del gato y del ratón que normalmente acaban igualando a uno y otro,y de su habilidad para entretener y asfixiar a la vez con productos comerciales como La habitación del pánico(que a mi también me encanta,aunque hacia el final se pasa de rosca) o The Game.

Mr. Kaplan dijo...

Ya Ganzúas, hace unos meses echaron Seven por antena 3 a las tantas de la madrugada y decidí verla con un poco de desconfianza: hacía años que no volvía a ella y me daba la impresión que un nuevo visionado me iba a dejar frío, que me iba a parecer un producto de diseño sin más chicha.
En cambio me pareció incluso mejor de lo que la recordaba; qué peliculón, qué atmósfera tan conseguida; qué final, madre...

Mr. Kaplan dijo...

Y dafaka, sabía de antemano que ibas a entrar al trapo con lyne y La escalera de Jacob, qué predecible... Pero sí, es verdad, puede ser el precedente más claro de fincher. Cuánto mal rollo junto en una sola película, vive Dios

GANZUAS dijo...

Cierto,La escalera de Jacob es la hostia, todo hay que decirlo. Así pues después de Infiel(...) estaremos atentos a Two minutes to midnight, aunque todavía queda. Y por lo que veo Fincher nos gusta a todos, bien, así no le tengo que romper una cabeza en la botella a nadie.

Mr. Kaplan dijo...

Ganzúas, lo de mckean es algo tan evidente que no parece necesario aclararlo. Y en cuanto a la habitación, creo que es interesante para dafaka decir que la fotografía está firmada al alimón por khondji y conrad hall (el da camino a la perdición, casi ná), puede que los dos mejores que existían en ese momento (hall murió hace poco)

Mr. Kaplan dijo...

"una cabeza en la botella"... bravo, ganzúas

Anónimo dijo...

Kaplan,aplicate mi nick como muesta de aprecio.
Aunque es cierto que si no llegas a poner la ficha de Lyne,no me hubiera acordado ni de coña de Jacob y su santa madre.Además,para que engañarnos,tengo menos referentes culturales que Uwe Boll,pero les saco partido tirandome el moco.

Y ganzúas,como se suele decir,best post ever!!!(dios mio,que frase más grande)

GANZUAS dijo...

Uno nunca sabe realmente...

Mr. Kaplan dijo...

Se dice Kierkegard, se dice Nieztsche... Yo veo hostias, desarraigo y destrucción (a nivel personal y urbano), algo, dicho sea de paso, que no solo no es opuesto, sino que casa perfectamente tanto con uno como con otro. En otro orden de cosas, se agradece que se hable de Kierkegard en vez de romper una cabeza en la botella de alguien (grandísimo ganzúas, insisto)

Mr. Kaplan dijo...
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Anónimo dijo...

Sí,yo veo a Kierkegard reflejado en el gordo tetudo,y sobre todo,en el pingüino de la cueva(estoy hablando del club de la lucha,que no se me va tanto la olla).

He visto en el imdb que están rodando los de broken lizzard(club desmadre,supermaderos)una medio parodia del club de la lucha,en la que unos tíos van al oktober fest aleman a mamarse y descubren un club secreto de hostias.Dicho así puede sonar mal(a mi no),pero la cosa promete.

GANZUAS dijo...

Al final crearé un post sobre romper una cabeza en la botella y veréis lo filósofico que puede llegar a ser uno. No necesito a Kant no necesito a Descartes ni siquiera Kierkegard sólo cabezas y botellas para expresarme.

GANZUAS dijo...

¡Ah! y ahora me voy a emborrachar...sí, sí con botellas y cabezas y todo eso.Ale

Antonio dijo...

Se dice Kierkegaard. El clú de la lucha es entretenida, pero no sé si hay que sacarle tanta punta. Si quisiera decir Kierkegaard lo diría, pero no creo que haya nada fuera de la peli.
"Il n´y a dehors du text", no hay fuera del texto, decía Derrida.

GANZUAS dijo...

Estoy mamao no entiendo

Pablo dijo...

Kierkegaard, Kant, Nietzsche... lo vuestro es rizar el rizo.

Mironismos:

¿La peli es entretenida?... sí
¿Nos gustó verla?... sin duda
Luego ¿es buena más allá de los análisis peseudointelectuales?... por supuesto

Pues eso, que a sudar la camiseta y a divagar menos.

Mr. Kaplan dijo...

Cada vez me maravillo más con las vertientes que se escogen en el blog para ser desarrolladas. Os subestimo sin quererlo, comentaristas, sois mucho más perspicaces que yo, qué le vamos a hacer...