
A pesar de que el argumento de la saga parecía haber quedado cerrado de forma correcta en la segunda parte había que seguir con ella. Para eso contaban de antemano con los servicios del inefable Schwarzenegger, que andaba como loco por coger un buen papel que le rescatara del ostracismo en el que se encontraba sumido (previas elecciones en California). Como director, una vez descartado a James Cameron, se recurrió a Jonathan Mostow, que había demostrado una solvencia sobrada en películas como la angustiosa Breakdown o U-571.
Y así, en unos meses, con un inevitable tufo a intento de vivir de las rentas, Terminator 3 llegó a las carteleras. Pero lo que nadie podía imaginar era lo que estaba a punto de ver. La película es el perfecto ejemplo de lo que Rodríguez Lafuente me explicó ayer en clase: una película que divierte al común de los mortales, pero que, a quien tiene un mínimo de cultura cinematográfica, deja boquiabierto. En efecto, los productores decidieron tirar por la calle de en medio, mandar todo a tomar por culo y hacer la película de acción más destroyer de la historia del cine, en la que, además de escenas brutales, tiene cabida la deconstrucción más inteligente de todos los topicazos del género (y, en particular de la saga en sí). Estaban ahí desde hace más de veinticinco años, pero sólo el guión de este filme (obra de los desconocidos John Brancato y Michael Ferris) supo pasárselos por el forro de una forma tan brillante y sin tener que caer en la parodia fácil tipo Hot Shots!.
El John Connor de esta tercera entrega ha dejado de ser el rebelde libertador de la humanidad para convertirse en un matao, un tirao, un patético yonqui que no tiene dónde caerse muerto (interpretado por Nick Stahl, que no se merece siquiera la denominación de antihéroe; en todo caso la de ahéroe). En una de sus juergas habituales asalta una clínica veterinaria para ponerse hasta el culo de fenobarbital (utilizado para castrar químicamente a los perros). Su propietaria resulta ser su futura mujer, y por eso a ambos les persigue la mala, la Terminatrix, un guiño a la serie B más rancia ya que se apela con el máximo descaro al reclamo de un androide-pibón capaz de aumentar su pecho con total libertad. Pero la parejita contará con la ayuda de un Arnie que, desde el principio, demuestra que hace la película sólo para reírse de sí mismo y de sus interpretaciones anteriores. La escena recurrente de cómo obtiene la ropa tras viajar en el tiempo es tan absolutamente hilarante que no puede ser descrita: hay que disfrutarla tal cual.
Además, entre detalles argumentales magistrales se cuelan las ya nombradas escenas de acción. Dos en especial: la respuesta natural a la secuencia de la autopista de Matrix Reloaded, que aquí se convierte en una persecución de una furgoneta a manos de un tráiler grúa de 18 ruedas mientras, de paso, se destruye sin venir a cuento media ciudad con dicha grúa (ver para creer) y una hilarante pelea de los dos terminators en un cuarto de baño a golpe de inodoros. Y todo para terminar con la guinda del pastel: un final asombroso, genial y oscuro, que torna las risas que genera todo el metraje anterior en un gesto de sorpresa y admiración. Y no exagero un pelo, que conste.
En fin, como muestras de la mala baba que destila este peliculón hacia sus predecesoras, aquí tenéis estos dos botones:
La mujer de John Connor: "¡Jódete, gilipollas!".
Terminator: "No puedo acatar esa orden".
John Connor: "¿Estás seguro de que ella y yo acabaremos casados?".
Terminator: "Tu confusión no es racional. Es una hembra sana en edad de procrear".
Terminator 3, la película de acción más inteligente que se recuerda (lo siento, V de Vendetta), pasó desapercibida en su momento, pero atesora un guión verdaderamente impresionante, además de dos de las escenas de acción más hardcore (¡venga, más destrucción!) que he visto en mi vida. Dadle una oportunidad, en serio.
5 comentarios:
Pues habrá que verla. Cuando tenga usted tiempo nos hacemos un sesión de cine de acción, con Terminator 3, y películas al azar, de entre nuestras favoritas.
y birras. La cita será en mayo. Permanezca atento...
buen analisis kaplan,estoy de acuerdo en todo.
El problema que tiene decir estas cosas sobre películas así es que se toma como pose cuando es simple devoción.
Jonathan Mostow tiene mucha culpa de ésta maravilla.En todas sus películas la serie b está presente aunque cuente con presupuestos acojonantes(cuanto costó está?30 mil millones de pesetas,no?).Y hay muy pocos que puedan(y les dejen)hacerlo.Además tiene una obsesión con los camiones y las hostias que mola tó.
buen analisis kaplan,estoy de acuerdo en todo.
El problema que tiene decir estas cosas sobre películas así es que se toma como pose cuando es simple devoción.
Jonathan Mostow tiene mucha culpa de ésta maravilla.En todas sus películas la serie b está presente aunque cuente con presupuestos acojonantes(cuanto costó está?30 mil millones de pesetas,no?).Y hay muy pocos que puedan(y les dejen)hacerlo.Además tiene una obsesión con los camiones y las hostias que mola tó.
No la recuerdo muy bien, pero sí sé que me reí bastante.
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